Los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: «¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?»
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: «Les aseguro que si no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño será el más grande en el Reino de los Cielos. El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre me recibe a mí mismo.
Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial».
Palabra del Señor.
¿Qué me quieres decir,
Señor?
¿Cómo puedo hacer
realidad este evangelio en mi vida?
Celebrando en este día la fiesta de los santos
Ángeles custodios, meditemos en esta parte del Evangelio que nos presenta la
Liturgia correspondiente.
Dios, como Padre Providente, siempre vela por
nosotros y se ha hecho cercanía a nosotros por medio de Jesús, su Hijo hecho
Hombre. Él siempre manifestó su amor para con los pobres y los enfermos, para
con los pequeños y los pecadores; Él nunca permaneció indiferente ante el
sufrimiento humano. Su amor preferencial para aquellos que son considerados
como los niños, desprotegidos de todo y necesitados de todo, nos recuerda cuál
debe ser también el camino preferencial en el amor de la Iglesia.
Muchas
veces nos encontraremos con quienes necesitan quien vele por ellos y por sus
intereses. Dios nos ha enviado a ellos para que les manifestemos de un modo
real, efectivo, el amor misericordioso que Él nos ha tenido a nosotros y que
quiere nosotros hagamos llegar a todos por medio de su Iglesia.
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