Jesús habló diciendo:
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que
cierran a los hombres el Reino de, los Cielos! Ni entran ustedes, ni dejan
entrar a los que quisieran.
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que
recorren mar y tierra para conseguir un prosélito, y cuando lo han conseguido
lo hacen dos veces más digno del infierno que ustedes!
¡Ay de ustedes, guías ciegos, que dicen: "Si
se jura por el santuario, el juramento no vale; pero si se jura por el oro del
santuario, entonces sí que vale"! ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más
importante: el oro o el santuario que hace sagrado el oro? Ustedes dicen
también: "Si se jura por el altar, el juramento no vale, pero vale si se
jura por la ofrenda que está sobre el altar". ¡Ciegos! ¿Qué es más
importante, la ofrenda o el altar que hace sagrada esa ofrenda?
Ahora bien, jurar por el altar, es jurar por él y
por todo lo que está sobre él. Jurar por el santuario, es jurar por él y por
Aquél que lo habita. Jurar por el cielo, es jurar por el trono de Dios y por
Aquél que está sentado en él.
Palabra del Señor
La corrección que da
frutos. ¡Qué
corrección la que les has dado a los fariseos y escribas de tu tiempo, Señor!
Pero cuánto amor se descubre detrás de estas correcciones que buscaban la
conversión.
La corrección me demuestra que una persona de
verdad se interesa por mí. No le es indiferente si estoy o no en el mal camino,
si estoy malogrando mi existencia, si estoy haciendo las cosas de la manera
incorrecta. Esto es lo que me demuestras hoy. Tú eres un Dios que se interesa
por mi bien. Tú siempre buscas lo mejor para mí aunque a veces me cueste
descubrirlo y aceptarlo. No eres el prohibidor absoluto, eres el consejero
perfecto.
Si de verdad siguiera en mi vida todos los consejos que me das… ¡qué distinto sería todo! Claro que no es fácil aceptar las correcciones y consejos de otros. Mucho menos los tuyos, que en ocasiones son tan difíciles de comprender.
Los que son padres de familia comprenden mejor el
aspecto tan fundamental de la corrección en la formación de sus hijos. No
corrigen al hijo para fastidiarlo, para hacerlo sufrir, ni siquiera para
probarlo en la virtud. Lo hacen porque buscan el bien para el amado. Así es
también tu actitud conmigo. Pero ¡cuánto me cuesta permanecer hijo y aceptar
las correcciones que me envías!
Corregir al hijo no es hacer lo que él ha hecho mal
o no ha hecho. Corregir es señalar el error, enseñar a prevenirlo en el futuro,
acompañar a mejorar. Tú corregiste a los fariseos pero no los transformaste
inmediatamente en lo que querías que fueran. Tú hablas, instruyes, muestras…
pero es a mí a quien me toca trabajar. Claro que siempre con el plus de tu
gracia que todo lo puede y nunca me abandona.
Dame la gracia, Señor, de confiar en que lo que me
pides, siempre lo pides por amor, y que es lo mejor para mí. Gracias por el
amor que me tienes que es capaz de prevenirme, levantarme y ayudarme a retomar
el camino correcto.
«La corrección es un
estímulo cuando también se valoran y se reconocen los esfuerzos y cuando el
hijo descubre que sus padres mantienen viva una paciente confianza. Un niño
corregido con amor se siente tenido en cuenta, percibe que es alguien, advierte
que sus padres reconocen sus posibilidades.»
Una de las virtudes humanas más apreciadas por la
mayoría de las personas es, sin duda, la coherencia de vida. En la misma vida
de Jesús podemos ver un gran ejemplo de coherencia humana, pues Él actúa lo que
predica.
Siendo Jesús una persona humanamente bien formada,
con principios y valores rectos, la actitud de los escribas y fariseos le
parece de lo más reprochable. Es por eso que Jesús les reprime y recrimina.
Jesús es consciente que ellos influyen mucho en los demás, ya que son los jefes
de las sinagogas, y viendo que sus actitudes no son las más adecuadas, se
decide a actuar para poner solución a la situación. Jesús es el buen pastor que
cuida de sus ovejas y no las deja solas. Pueden parecer duras las palabras que
les dirige, pero lo hace con dos intenciones: la primera es llegar a las
conciencias de los escribas y fariseos para que recapaciten su forma de
proceder; la segunda, para que las personas que lo escuchan sepan que él ha
venido a traer la verdad.
Señor Jesús, tú que supiste reprender a los
escribas y fariseos con palabras llenas de fuerza y de verdad, danos la gracia
de poder escucharte, pues quizá nos estás hablando y no lo hacemos.
Rezar un misterio del rosario para pedir de manera
especial por todos aquellos que de algún modo son jefes y guías de los demás
para que sean realmente personas coherentes y prudentes en sus comportamientos.
Amén
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