viernes, 28 de noviembre de 2014

PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LA TIERRA



Jesús, hablando a sus discípulos acerca de su venida, les hizo esta comparación:

Miren lo que sucede con la higuera o con cualquier otro árbol, Cuando comienza a echar brotes, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano, Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca.

Les aseguro que no pasará esta generación hasta que se cumpla todo esto., El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasaran.

Palabra del Señor

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Pueden ayudar estas ideas:

Fíjate en la higuera... fíjate en la vida, en tu vida, en la vida de las personas cercanas... fíjate en tu grupo de fe, en tu parroquia, en la iglesia... fíjate en tu familia, en tu pueblo o ciudad, en el mundo. Jesús era un gran observador.  Ver, mirar, fijarse, contemplar... ¡qué fácil es y qué poco lo hacemos! ¿Nos enteramos de las cosas que suceden en nuestro mundo y en nosotros mismos? Podemos pedir a Dios que nos conceda ser personas con vista, con una mirada profunda.

La mirada de Jesús no se detenía únicamente en el cielo, mas bien sabía ver el cielo en la tierra. Descubría al Padre en la historia de su pueblo, en el corazón de las personas... Podemos rezar con las palabras de Gloria Fuertes y añadir nuestras experiencias de encuentro con Dios:

PADRE NUESTRO:

Que estás en la tierra,  Padre nuestro que te siento en la púa del pino, en el torso azul del obrero, en la niña que borda curvada a espalda mezclando el hilo en el dedo.

Padre nuestro que estás en la tierra, en el surco, en la mina,  en el huerto, en el puerto, en el cine, en el vino, en la casa del médico. 

Padre nuestro que estás en la escuela de gratis y en el verdulero, y en el que pasa hambre.

Padre nuestro que estás en la tierra, en un banco del prado leyendo, eres ese viejo que da migas de pan a los pájaros del paseo. 

Padre nuestro que estás en la tierra, en el cigarro, en el beso, en la espiga, en el pecho de todos los que son buenos.

Tenemos que aprender a mirar al estilo de Dios. Dios, que es bueno, que es Amor, mira todo con bondad y amor. En la Creación, el libro del Génesis repite: "y vio Dios que era bueno" Gn 1,4.10. Y el Evangelio nos cuenta que Jesús  "fijando en él joven rico su mirada, le amó" Mc 10,21. Si no miramos con amor, no descubriremos al Dios-Amor en la vida, en la historia.

"Cura Señor mi mirada, tantas veces fría y egoísta"

"Gracias, Señor, por las personas que miran con amor"

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