jueves, 16 de enero de 2014

EL MAGNIFICAT



Mi alma glorifica al Señor
y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador
porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.

Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones,
porque ha hecho en mí, grandes cosas el que todo lo puede.

Santo es su nombre
y su misericordia llega de generción en generación
a los que lo temen.

Ha hecho sentir el poder de su brazo:
Dispersó a los de corazón altanero,
destronó a los potentados
y exaltó a los humildes.

A los hambrientos los colmó de bienes
y a los rico los despidió sin nada.

Acordándose de su misericordia
vino en ayuda de Israel, su siervo,
como lo había prometido a nuestros padres,
a Abraham y a su descendencia
para siempre.

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