Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí
vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era el jefe de los publicanos. Él
quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de
baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicómoro para poder verlo,
porque iba a pasar por allí.
Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le
dijo: «Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa». Zaqueo
bajó rápidamente y lo recibió con alegría.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Se ha ido
a alojar en casa de un pecador». Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor:
«Señor, yo doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a
alguien, le doy cuatro veces más». Y Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la
salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque
el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido».
Palabra del Señor
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi
vida?
Zaqueo buscaba a Jesús y Jesús quiere encontrarse
con Zaqueo. Dios quiere nuestra compañía, busca nuestro amor. Aunque no
necesita nuestra amistad, parece que no puede vivir sin ella. ¿Por qué? Por que
quiere que seamos felices, porque sabe que somos pequeños y que necesitamos de
su cercanía para vivir, para desarrollar todas nuestras potencialidades.
"Señor, tu buscas mi amistad. Gracias"
"Que no deje nunca de buscarte, Jesús"
No lo tenía fácil Zaqueo para encontrarse con Jesús:
era bajo de estatura y además publicano y rico. Para los judíos Zaqueo era un
apestado, un "colaboracionista" de los romanos, alguien que los
sangraba con impuestos. También nosotros debemos superar dificultades para
encontrarnos con Jesús. ¿Cuáles son nuestras dificultades? ¿Tratamos de
superarlas o enseguida encontramos excusas para no rezar, para no participar en
la comunidad, para no comprometernos?
"Dame Señor luz para descubrir los obstáculos
que nos separan y fuerza para superarlos"
"Perdona Jesús mi pereza"
"No dejes Señor que sea obstáculo para que otros
se encuentren contigo"
Jesús se encuentra con Zaqueo a pesar de las
críticas que va a sufrir por parte de los judíos: "Ha entrado a hospedarse
en casa de un pecador". También nosotros vemos en muchas ocasiones que
tendríamos que acercarnos a personas que nos necesitan y, sin embargo, no lo
hacemos, por miedo al qué dirán, por no poner en peligro nuestra buena fama...
"Gracias Señor por las personas que se
arriesgan por amor a los hermanos"
"Dame fuerza para hacer lo que deba, aunque no
me comprendan, aunque me critiquen"
Quería conocerte, Señor.
Quería conocerte, Señor.
He aquí el origen de esta
historia evangélica y llena de vida, sorprendente y rupturista, tan cercana y
cautivadora, pues habla de alguien como nosotros, con manos sucias y corazón egoísta.
Como otras muchas
personas, Zaqueo quería conocerte, Señor; quizá por simple curiosidad o tal vez
por necesidad, quizá porque tu nombre sonaba ya o por un íntimo anhelo que le
quemaba, quizá porque ya tenía sed de justicia.
Y aunque lo intentaba, no
lo conseguía porque eras pequeño de estatura y la muchedumbre se lo impedía; o
tal vez porque era como era en su vida, por dentro y por fuera, o porque estaba
mirando a otras riquezas...
¡Quizá porque pisaba
tierra insegura!
Pero Tú, Señor, dinamizas
la historia y a su protagonista, que andaba cerca.
Desde la plaza pública
alzas la vista y tus ojos, que hipnotizan, se cruzan con los de quien está en
la higuera mirándose, con pena, por dentro y mirando fijo a la tierra.
Tu voz, que resuena
amiga, saca a Zaqueo de su ceguera -dudas, temores y culpas- aunque a otras
personas escandaliza.
Hay encuentro, diálogo y
mesa, y en su propia casa, cueva de estafas, se enamora y te lo dice a su manera.
Así surge un nuevo
horizonte, para él y para todos los que te buscan por los caminos de la
historia, porque la salvación llega generosa, cura nuestros fallos y heridas, y
nos llena de gozo y vida.
¡Otra vez tu presencia
nos desconcierta!
No has venido a juzgar
nuestros fallos y tonterías sino a buscar a quien anda extraviado, defender a
quien está acusado, liberar a quien está aprisionado, curar a quien está herido, acoger a quien está desamparado, lavar a quien está
manchado, sanar a quien está enfermo, levantar a quien ha caído, salvar a quien
se siente culpable, perdonar a quien ha pecado, devolver la dignidad a quien la
ha perdido.
Tú que crees en nosotros, Tú que esperas de nosotros, Tú que nos amas más que nosotros mismos, Tú que eres mayor que todos nuestros pecados, recréanos y danos un futuro nuevo y mejor.
Tú que crees en nosotros, Tú que esperas de nosotros, Tú que nos amas más que nosotros mismos, Tú que eres mayor que todos nuestros pecados, recréanos y danos un futuro nuevo y mejor.
Amén
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