Jesús dijo a sus discípulos:
«Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de
aquél que los ocasiona! Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de
moler y lo precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños.
Por lo tanto, ¡tengan cuidado!
Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente,
perdónalo, y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti,
diciendo: "Me arrepiento", perdónalo».
Los Apóstoles dijeron al Señor: «Auméntanos la fe».
Él respondió: «Si ustedes tuvieran fe del tamaño de
un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: “Arráncate de raíz y
plántate en el mar", ella les obedecería».
Palabra del Señor
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi
vida?
En muchas ocasiones no valoramos las consecuencias
de lo que hacemos y decimos en las personas que nos ven y nos oyen. Nuestra
vida influye en las personas que nos rodean positiva o negativamente. Por eso,
hemos de tener cuidado, especialmente si estamos delante de "pequeños"
en edad, en forma de pensar, en dinero...
"Señor, perdona mi falta de sensibilidad con
los hermanos"
"Dame sabiduría y fuerza para hacer y decir lo
que más ayude a los hermanos"
¿Qué hacemos cuando alguien nos ofende? ¿le decimos
algo o lo criticamos a su espalda? ¿Intentamos corregirle o lo dejamos por
imposible a las primeras de cambio? ¿Procuramos que mejore o lo mandamos a
paseo? Es menos comprometido pensar: "es mayor, ya sabe lo que se
hace" que "todos necesitamos que nos ayuden para crecer".
Y cuando le decimos algo ¿Cómo lo hacemos? ¿Con
cariño o con resentimiento? ¿Pensando las cosas o a boca-jarro? ¿Para
desahogarme o para ayudarle?
Señor, no nos dejes caer en el "ojo por ojo" o en el "diente por diente"; no permitas que me deje llevar por la rabia o por los deseos de venganza.
Señor, no nos dejes caer en el "ojo por ojo" o en el "diente por diente"; no permitas que me deje llevar por la rabia o por los deseos de venganza.
Ayúdame a seguir amando a quién se
equivoca, a quien me hace daño; Dame sabiduría para convertir el dolor
en compasión afectiva y efectiva.
Enséñame a rezar por las
personas que me han herido con sus palabras y obras; a corregir sin humillar, por amor, con
delicadeza, buscando el bien del otro.
Dame amor para no
criticar a la espalda, para corregir a la cara, a solas.
Si no me hace caso, que
no me dé por vencido y busque la ayuda de otras personas y de la comunidad.
Y si, ni aún así, no se
corrige, dame la paz del que hace todo lo posible para solucionar un problema.
Señor, dame amor para
corregir a quién se equivoco y mucha humildad para dejarme corregir cuando me
equivoco yo.
Si tuvierais fe... La fe es un don, un regalo, es
gratuita. Pero tenemos que abrir de par en par el corazón, la cabeza y las
manos para acogerla. Acogemos la fe cuando rezamos, cuando nos formamos para
comprender mejor los contenidos que creemos, cuando hacemos lo que Dios nos
dice, aunque nos dé miedo
Te he encontrado en
muchos sitios, Señor.
He escuchado el latido de
tu corazón en la tranquilidad perfecta de los campos, en el sagrario de una catedral vacía,
en la unidad de mente y corazón de una
asamblea de personas que te quieren.
Te he encontrado en el
gozo, donde a menudo te busco.
En el dolor, te encuentro
siempre, pues el dolor es como el repique de la campana que me llama a rezar.
Señor, te he encontrado
en la terrible magnitud del dolor de los demás.
Te he visto en la sublime
aceptación y en la inexplicable alegría de los que sufren.
En cambio, no he logrado encontrarte en mis pequeños males en mis estúpidos disgustos, en contratiempos insignificantes.
En cambio, no he logrado encontrarte en mis pequeños males en mis estúpidos disgustos, en contratiempos insignificantes.
En mi cansancio, he
dejado pasar inútilmente tu amor, tu entrega y la vitalidad
gozosa de tu pascua, que queda
sofocada por pensar en mí más que en Ti.
Señor, yo creo. Pero aumenta mi fe.
Señor, yo creo. Pero aumenta mi fe.
Amén
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