Jesús, hablando a sus discípulos acerca de su
venida, les hizo esta comparación:
Miren lo que sucede con la higuera o con cualquier
otro árbol, Cuando comienza a echar brotes, ustedes se dan cuenta de que se
acerca el verano, Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan
que el Reino de Dios está cerca.
Les aseguro que no pasará esta generación hasta que
se cumpla todo esto., El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no
pasaran.
Palabra del Señor
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo
puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Fijaos en la higuera... fíjate
en la vida, en tu vida, en la vida de las personas cercanas... fíjate en tu
grupo de fe, en tu parroquia, en la iglesia... fíjate en tu familia, en tu
pueblo o ciudad, en el mundo. Jesús era un gran observador. Ver, mirar,
fijarse, contemplar... ¡qué fácil es y qué poco lo hacemos! ¿nos enteramos de
las cosas que suceden en nuestro mundo y en nosotros mismos? Podemos pedir a
Dios que nos conceda ser personas con vista, con una mirada profunda.
La mirada de Jesús no se detenía únicamente en el cielo, mas bien sabía ver el cielo en la tierra. Descubría al Padre en la historia de su pueblo, en el corazón de las personas...
La mirada de Jesús no se detenía únicamente en el cielo, mas bien sabía ver el cielo en la tierra. Descubría al Padre en la historia de su pueblo, en el corazón de las personas...
Señor
Jesús, Tú nos invitas a observar la Naturaleza, a aprender de su belleza
y sus ritmos, del devenir de las estaciones, el germinar de las semillas y el
crecimiento de las plantas.
Señor
Jesús, ayúdame a descubrir todo lo que está despuntando en mi corazón: nuevos
sueños, nuevas ilusiones para proyectos comenzados hace tiempo, nuevos deseos
de amar, de servir a los pequeños, de entregarme a Ti. Agradezco todos los
brotes de vida que van germinando y creciendo en mí, para ser yo misma, para
ser más feliz, para dar más fruto.
Señor
Jesús, limpia mi mirada, para que, a pesar de todas las corrupciones y todos
los escándalos, sepa ver los brotes de vida que crecen en la higuera seca de
nuestra sociedad, en la higuera seca de nuestra iglesia: personas mayores que
comparten todo su tiempo y su sabiduría con los demás; jóvenes que van
contracorriente, se acercan a Dios y dedican tiempo a los demás; niños que no
pasan de largo ante las lágrimas de un compañero, enfermos que animan a sus
familias, personas que en su trabajo no se conforman con cumplir… ¡Cuántos
signos de vida, Señor!
Señor
Jesús, ayúdame a confiar en tus palabras, que no pasan nunca, que me emocionan
cada vez que las escucho, que impulsan mi vida, que construyen tu Reino de
justicia y paz, de gracia y amor; que fortalecen mi esperanza en Ti, en mí, en
la gente que me rodea, en la Iglesia y en el mundo. Tú estás a nuestro lado y
tus palabras nos aseguran el final más feliz. Gracias, Jesús.
Tenemos que aprender a mirar
al estilo de Dios. Dios, que es bueno, que es Amor, mira todo con bondad y
amor. En la Creación, el libro del Génesis repite: "y vio Dios que era
bueno". Y el Evangelio nos cuenta que Jesús "fijando en él
(joven rico) su mirada, le amó". Si no miramos con amor, no descubriremos
al Dios-Amor en la vida, en la historia.
"Cura Señor mi mirada,
tantas veces fría y egoísta"
"Gracias, Señor, por
las personas que miran con amor"
"Ayúdame a descubrirte
y a disfrutar de tu presencia"
Amén
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