Jesús llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los
espíritus impuros.
Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan,
ni provisiones, ni dinero; que fueran calzados con sandalias y que no tuvieran
dos túnicas.
Les dijo: «Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el
momento de partir.
Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al
salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos».
Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a
muchos demonios y sanaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.
Palabra del Señor
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en
mi vida?
Pueden ayudar estas ideas:
Los fue enviando. Poco a poco, pero a todos, Dios
nos llama. Nos agrupa en torno al amor de Dios y al amor mutuo. Y enseguida,
nos envía a todos: sacerdotes, religiosos y laicos. La misión es parte esencial
de nuestra pertenencia a la Iglesia.
De dos en dos. O sea, en comunidad. Los medios
materiales se reducen a los imprescindibles. Todo está centrado en la fuerza
del que envía, Jesús; en los que caminan juntos, que se ayudarán, y en la gente
a la que se envía, con la que hemos de formar nuevas comunidades de amor, de
vida compartida.
Aquí, estoy, Señor, ¡envíame! Necesito sencillez,
humildad, a mis hermanos (la Iglesia, mi parroquia, etc. y una
conciencia creciente de todas las necesidades que tiene hoy nuestro mundo.
"En tu nombre, iré".
Señor, escucho tu llamada de nuevo.
Una y otra vez me llamas, aunque me haga el sordo
en demasiadas ocasiones.
Eres tozudo, Señor.
Me llamas y me envías.
Nos envías, de dos en dos.
No quieres que vaya solo.
Mi fe se apoya en Ti y en mi compañero de misión.
Mi compañero se apoya en Ti y en mí.
No quieres que lleve muchas cosas.
Un bastón y nada más.
Ni pan, ni alforja, ni dinero...
Para cumplir tu misión no necesito casi nada.
Para transmitir tu amor sólo es preciso que me deje
amar por Ti y que ame, sirva y me entregue como Tú.
Para transmitir tu perdón sólo es necesario que yo
me deje perdonar por Ti y que perdone como Tú me perdonas.
Para transmitir tu Palabra sólo es menester que
abra mis oídos para escucharte para que mis palabras y mi vida hablen de Ti.
Para transmitir tu alegría sólo es preciso que mi
corazón se acerque al tuyo, para que ni la peor noticia arrugue mi sonrisa.
Para transmitir Tú consuelo sólo es necesario que
ponga en tus manos mis agobios y contagie mi esperanza a los que sufren.
Me has llamado, Jesús.
Tú sabes lo que haces.
Aquí estoy. Envíame.
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