En esos
días, volvió a reunirse una gran multitud, y como no tenían qué comer, Jesús
llamó a sus discípulos y les dijo: «Me da pena esta multitud, porque hace tres
días que están conmigo y no tienen qué comer. Si los mando en ayunas a sus
casas, van a desfallecer en el camino, y algunos han venido de lejos».
Los
discípulos le preguntaron: «¿Cómo se podría conseguir pan en este lugar
desierto para darles de comer?» Él les dijo: «¿Cuántos panes tienen ustedes?»
Ellos respondieron: «Siete».
Entonces
Él ordenó a la multitud que se sentara en el suelo, después tomó los siete
panes, dio gracias, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que
los distribuyeran. Ellos los repartieron entre la multitud. Tenían, además,
unos cuantos pescados pequeños, y después de pronunciar la bendición sobre
ellos, mandó que también los repartieran.
Comieron
hasta saciarse y todavía se recogieron siete canastas con lo que había sobrado.
Eran unas
cuatro mil personas. Luego Jesús los despidió. En seguida subió a la barca con
sus discípulos y fue a la región de Dalmanuta.
Palabra
del Señor
¿Qué me quieres
decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer
realidad este evangelio en mi vida?
Pueden ayudar estas
ideas:
Jesús
siente lástima. Sentir lástima es empatizar, es compartir los sentimientos
del otro... Sintió lástima de aquella gente. Y siente lástima de ti, que
también tienes hambre de justicia, de paz interior... Dale gracias a Dios y
siéntete acompañado y comprendido por Dios en todos tus afanes.
¿Y de
donde vamos a sacar comida para tantos? Es la respuesta lógica de los
discípulos. A veces nosotros razonamos como ellos: ¿qué puedo hacer yo, si soy
tan poca cosa, para mejorar el ambiente de mi familia, del grupo de
amigos, del barrio o del pueblo? Si no nos ponemos todos de acuerdo no podemos
hacer nada.
A Jesús
no le valen estas respuestas. Él no espera a tener 1000 panes para ayudar a
aquella gente. No se queda cruzado de brazos hasta que todos se ponen manos a
la obra. Jesús se pone en marcha, moviliza a sus discípulos... y reza. Esa es
la actitud del creyente ante los problemas de las personas de la Iglesia y del
mundo: sentir lástima, ponerse en marcha, movilizar a los más cercanos y rezar.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor
Jesús, gracias por tu corazón compasivo, un corazón que nunca pasa de largo que
siente nuestras hambres más profundas y nos ofrece gratis el mejor alimento.
Jesús Resucitado, gracias por compartir con nosotros el pan bendito de tu vida nueva, el vino bueno de la alegría eterna, el agua fresca de la esperanza cierta.
Señor nuestro, danos un corazón como el tuyo, un corazón cercano y generoso para compartir el pan, el vino y el agua con todos los hambrientos del camino.
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