Éste fue el origen de
Jesucristo:
María, su madre, estaba
comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un
hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no
quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.
Mientras pensaba en esto, el
Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no
temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella
proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre
de Jesús, porque Él salvará a su Pueblo de todos sus pecados».
Todo esto sucedió para que se
cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta:
“La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel", que traducido significa: "Dios con nosotros".
Al despertar, José hizo lo que
el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa.
Palabra del
Señor
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en
mi vida?
Pueden ayudar estas ideas:
Antes
de vivir juntos María esperaba un hijo. ¡Cómo son los planes de Dios!
Nos descoloca continuamente. Dice Isaías 55,8 "no son mis
pensamientos vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos".
Nos cuesta comprender su voluntad y cumplirla. Queremos domesticar los
planes de Dios, suavizar las cuestas y curvas de su camino, controlar
sus sorpresas...
Calma
nuestras impaciencias; que aprendamos, como José, a dejar que las cosas sucedan
sin perder el equilibrio, sin bloquearnos por la protesta, sin rechazar al
diferente, sin juzgar con dureza.
Danos
la sabiduría de José, para pensar bien de la gente, para dejar obrar a Dios, y para apostar por la bondad del otro.
Haznos
generosos como María, para darte el sí, para estar disponibles siempre aunque no entendamos.
Ayúdanos
a cuidar nuestra familia, a mantener viva la comunicación, a generar ternuras y detalles y a estar atentos a lo que necesita el
otro."
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