Los discípulos preguntaron a
Jesús:
«¿Por qué dicen los escribas
que primero debe venir Elías?»
Él respondió: «Sí, Elías debe
venir a poner en orden todas las cosas; pero les aseguro que Elías ya ha
venido, y no lo han reconocido, sino que hicieron con él lo que quisieron. Así
también harán padecer al Hijo del hombre». Los discípulos comprendieron entonces
que Jesús se refería a Juan el Bautista.
Palabra del
Señor
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en
mi vida?
Pueden ayudar estas ideas:
A la
gente le cuesta reconocer a Juan como el profeta enviado de Dios, le cuesta
reconocer a Jesús como el Mesías, el Hijo de Dios. También a nosotros nos
cuesta reconocer la cercanía de Dios en nuestra vida:
Señor,
danos la mirada de fe de Juan Bautista, para descubrirte
y reconocerte en la vida, en mis gozos y
esperanzas, en mis tristezas y angustias, en los
gozos y esperanzas, las tristezas y angustias de los
que sufren y de todas las personas.
Qué
sepamos verte y oírte, sentirte y tocarte.
Señor,
danos la valentía de Juan Bautista, para gritar con
palabras y obras de amor:
“En medio
de vosotros hay uno que no conocéis” para que sepamos
mostrar tu presencia, a quienes te buscan
a ciegas y no te encuentran, a los que te
necesitan, aunque no lo reconozcan.
Señor,
gracias por compartir nuestra vida, gracias porque
quieres encontrarte con nosotros, gracias por la alegría de
anunciar a otros tu presencia.
Elías
vendrá y lo renovará todo. El adviento es tiempo de renovación: renovación
personal, renovación eclesial, renovación social. Pero ¿es posible la
renovación? ¿Podemos cambiar? ¿Podemos superar esas malas costumbres
que tenemos tan arraigadas? Es posible. Esta es una de las buenas noticias del
Adviento. Y además Dios mismo viene para dar la vida por esa renovación.
Con su fuerza y nuestra colaboración la renovación será realidad. ¿Qué habría
que renovar? ¿Qué le dices a Dios?
A Juan
Bautista lo trataron a su antojo. Jesús el Hijo del Hombre, va a padecer a
manos de ellos. Es destino de los profetas. Los profetas no son videntes, son
testigos de Dios, testigos de una verdad que no se quiere oír, porque es
demasiado dura, demasiado comprometida...
"Señor,
ayúdame a descubrir los profetas que pones en mi vida"
"Quiero
acoger tu Palabra, por exigente que sea"
"Tu Palabra Señor, es vida"
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