Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos,
enseñando en las sinagogas de ellos, proclamando la Buena Noticia del Reino y
sanando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo
compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen
pastor. Entonces dijo a sus discípulos:
«La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al
dueño de los sembrados que envíe trabajadores para su cosecha».
Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los
espíritus impuros y de sanar cualquier enfermedad o dolencia.
A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones:
«Vayan a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Por el camino,
proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Sanen a los enfermos, resuciten
a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han
recibido gratuitamente, den también gratuitamente».
Palabra del Señor
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Pueden ayudar estas ideas:
Jesús
anuncia el evangelio la buena noticia con obras y palabras. Hoy sigue
recorriendo nuestras ciudades y aldeas, enseñando y curando. ¿Lo percibimos? ¿Nos damos
cuenta? ¿Descubrimos hoy al Señor en nuestra vida? ¿Atendemos sus
enseñanzas? ¿Nos dejamos curar?
"Señor,
perdona y cura... mi ceguera para descubrirte, mi sordera
para escucharte,
mi orgullo
para dejarme curar"
La mies
es abundante. ¿Dónde está la mies, dónde está el trabajo, donde está la
misión? Está en cada persona, especialmente en las más pobres, en las que están
cansadas y abandonadas, en las descarriadas y enfermas, en las que no
conocen el amor de Dios-Buen Pastor. ¡Que cerca está la misión que
Dios nos da y cuánto nos cuesta verla! Parece que empleamos demasiadas fuerzas
en encontrar excusas para no ir a la mies!
"Ayúdame
Señor a descubrir la mies en la que quieres que trabaje"
"Líbrame
Señor de todas las excusas que no me dejan trabajar en la mies"
"Gracias
Jesús por contar conmigo"
Aquí
estoy, porque me has llamado, Señor.
Aquí
estoy, para entrar en tu proyecto y hacerlo carne en mi
vida.
Aquí
estoy, Señor Jesús, y quiero aceptar tu
plan con riesgo y lanzarme a tu programa de vida, en tu
manera de vivir para alumbrar vida.
Aquí
estoy, Señor Jesús, para cumplir tu
voluntad, la misma que tú cumpliste en la llamada del Padre.
Aquí
estoy, en Comunión para hacer de mi existencia llama que
no se apague.
Quiero
ser, Señor Jesús, como la arcilla en tus manos.
Me
pongo en tus manos, Señor de mi vida para que se realice
tu obra.
Tú
estás presente en la fuerza de tu Espíritu que hermana a los hombres que se olvidan de sus cosas y se dan sin recibir nada.
Tú
estás presente, Señor, en tu espíritu.
Tú
caminas conmigo.
Amén.
Lo que
has recibido gratis, dalo gratis. La gratuidad siempre ha sido un signo del
Reino de Dios. En este tiempo, en el que todo se compra y se vende, este signo
es todavía más evidente. Tenemos una gran razón para no ser interesados, para
ser gratuitos: Todo lo hemos recibido gratis. Dios nos lo ha dado todo gratis.
"Gracias
Padre por amarme gratuitamente"
"Enséñame
Jesús a ser gratuito"
"Gracias Padre por las personas que trabajan en tu mies sin pedir
nada a cambio"
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