lunes, 15 de diciembre de 2014

ABRE MI CORAZÓN A TU PALABRA



Jesús entró en el Templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, para decirle: «¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te ha dado esa autoridad?»

Jesús les respondió: «Yo también quiero hacerles una pregunta. Si me responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas. El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo o de los hombres?»

Ellos se hacían este razonamiento: «Si respondemos: "Del cielo", Él nos dirá: "Entonces, ¿por qué no le creyeron?" Y si decimos: "De los hombres", debemos temer a la multitud, porque todos consideran a Juan un profeta».

Por eso respondieron a Jesús: «No sabemos».

Él, por su parte, les respondió: «Entonces Yo tampoco les diré con qué autoridad hago esto».

Palabra del Señor

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Pueden ayudar estas ideas:


Ante la pregunta de los sacerdotes y ancianos, Jesús responde con otra pregunta. Si leemos con atención el Evangelio nos daremos cuenta de que a veces Jesús no responde las preguntas que le hacen. Normalmente Jesús no responde a las personas que no preguntar para saber, sino para atacar, para reírse. Sin embargo, Jesús siempre responde a los que quieren saber.

"Dame Señor sabiduría para responder y para callar"

"Perdona y cura mi mala intención cuando hablo"

Los sumos sacerdotes y los ancianos no están abiertos a la verdad de Jesús. No estaban abiertos a Dios. Creían que Dios estaba con ellos y bendecía todas sus acciones. A veces nosotros tampoco estamos abiertos. Continuamente podemos encerrarnos en nuestras ideas, en nuestros errores. Es necesario estar siempre abiertos para que el Señor nos conduzca cada día a una verdad más plena, a una vida más auténtica, a una fe más purificada.

"No permitas Señor que nuestra vida se estanque"

"Ábrenos Señor el corazón a tu Palabra"

"Guía Jesús nuestros pasos"

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