Jesús dijo a sus discípulos:
Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con
qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada
por los hombres.
Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en
la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un
cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que
están en la casa.
Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes,
a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en
el cielo.
Palabra del Señor
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en
mi vida?
Jesucristo
nos ha traído la mejor sal y la luz más clara: su Evangelio, su
vida. El Evangelio de Jesús da sabor de esperanza, de fraternidad,
de fe al mundo. La vida de Jesús ilumina nuestra existencia y nos ayuda a
descubrir cómo somos en realidad y cómo podríamos ser...
“Gracias
Señor por ser la sal de mi vida”
“A veces
no me dejo iluminar por ti. Perdóname”
“Que no
me aparte nunca de tu luz, Señor”
Pero la
sal y la luz de Jesucristo no son sólo para nuestro disfrute personal. Él nos
dice: Vosotros sois la sal de la tierra y la luz del mundo. Tu parroquia ha de
ser sal y luz en el barrio, tú tienes que ser sal y luz en medio de tu familia,
de tus amigos...
Sin
embargo, en muchas ocasiones nos parece que no podemos ser sal y luz de nada.
Nos paraliza nuestra pequeñez, nuestros pecados... No da miedo ir en contra de
la corriente, en contra de una corriente muy fuerte. Jesús conoce nuestra
debilidad y sabe bien de la fuerza del mal, pero confía en nosotros y nos
envía. Es posible ser sal y luz desde la pequeñez. Si confiamos y nos apoyamos
en Él, su fuerza se manifestará en nuestra debilidad.
¿Cómo
eres y cómo podrías ser sal y luz? Esta oración, inspirada en un texto de
Mahatma Ghandi, nos puede ayudar:
Enséñame
a ser sal de la tierra y luz del mundo.
Ayúdame
a regalar una sonrisa a quien nunca la ha tenido, a hacer volar un rayo de sol
hasta allí donde reina la noche, a descubrir una fuente y hacer que se bañe en
ella quien vive en el fango, a tomar una lágrima y ponerla en el rostro de
quien nunca ha llorado, a tomar el valor y ponerlo en el ánimo de quien no sabe
luchar, a descubrir la vida y contársela a quien no sabe captarla, a tomar la
esperanza y compartirla con quien se siente fracasado a tomar la bondad y
dásela a quien no sabe dar, a acoger el Amor y dárselo a conocer al mundo.
Amén
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