jueves, 11 de septiembre de 2014

SEÑOR, QUIERO AMAR A MI ENEMIGO



Jesús dijo a sus discípulos:

Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigas, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman. Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto no le niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames.

Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman a aquéllos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquéllos que los aman. Si hacen el bien a aquéllos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si prestan a aquéllos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo.

Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque Él es bueno con los desagradecidos y los malos.

Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.

Palabra del Señor.

¿Qué me quieres decir, Señor?

¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?



Las palabras de este Evangelio son tan fáciles de entender como difíciles de vivir. Creo que a todos nos parecen preciosas, pero quizá irrealizables. Sin embargo, no las pronunció Jesús para que se escribiera una de las páginas más bonitas del Evangelio. Jesús las predicó y, más aún, las vivió, para que también nosotros las vivamos.

"Señor, haznos parecidos a ti"

"Perdona nuestras revanchas y violencias"

"Danos tu Espíritu de paz"

   
 ¿Por qué tenemos que vivir de esta manera? Jesús nos da la razón más profunda: Dios es compasivo con todos, hace salir el sol para buenos y malos. Y nosotros, creados a su imagen, estamos llamados a ser y a vivir de la misma forma. Si Dios te ama cuando te conviertes en su enemigo, si presenta mil veces la mejilla, si te da todo lo suyo... ¿qué motivos tenemos para no hacer lo mismo con los hermanos?


Señor, ayúdanos a amar a los enemigos, a hacer el bien a los que nos odian, como tú nos amas a nosotros, cuando no lo merecemos.


Señor, enséñanos a bendecir a los que nos maldicen y a orar por los que nos injurian, como tú nos bendices y acompañas cuando nos alejamos de ti.


Que la generosidad con la que tú nos tratas transforme nuestro egoísmo, para tratar a los demás, no como merecen, sino como necesitan; no como ellos nos tratan, sino como tú nos tratas.


Señor, que seamos compasivos como tú, Padre nuestro, eres compasivo con nosotros y con todos tus hijos. Amén.

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