Jesús dijo a sus discípulos:
Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigas, hagan el
bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que
los difaman. Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que
te quite el manto no le niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que
tome lo tuyo no se lo reclames.
Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si
aman a aquéllos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores
aman a aquéllos que los aman. Si hacen el bien a aquéllos que se lo hacen a
ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si prestan a
aquéllos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores
prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo.
Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio.
Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo,
porque Él es bueno con los desagradecidos y los malos.
Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.
Palabra del Señor.
¿Qué me quieres decir,
Señor?
¿Cómo puedo hacer
realidad este evangelio en mi vida?
Las palabras de este Evangelio son tan fáciles de
entender como difíciles de vivir. Creo que a todos nos parecen preciosas, pero
quizá irrealizables. Sin embargo, no las pronunció Jesús para que se escribiera
una de las páginas más bonitas del Evangelio. Jesús las predicó y, más
aún, las vivió, para que también nosotros las vivamos.
"Señor, haznos parecidos a ti"
"Perdona nuestras revanchas
y violencias"
"Danos tu Espíritu de
paz"
¿Por qué tenemos que vivir de esta manera? Jesús
nos da la razón más profunda: Dios es compasivo con todos, hace salir el
sol para buenos y malos. Y nosotros, creados a su imagen, estamos
llamados a ser y a vivir de la misma forma. Si Dios te ama cuando te
conviertes en su enemigo, si presenta mil veces la mejilla, si te da todo lo
suyo... ¿qué motivos tenemos para no hacer lo mismo con los hermanos?
Señor, ayúdanos a amar a los enemigos, a hacer el bien a los que nos odian, como tú nos amas a nosotros, cuando no lo
merecemos.
Señor, enséñanos a bendecir a los que nos maldicen y a orar por los que nos injurian, como tú nos bendices y acompañas cuando nos
alejamos de ti.
Que la generosidad con la que tú nos tratas
transforme nuestro egoísmo, para tratar
a los demás, no como merecen, sino como necesitan; no como ellos nos tratan, sino como tú nos
tratas.
Señor, que seamos compasivos como tú, Padre
nuestro, eres compasivo con nosotros y con todos tus hijos. Amén.
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