Jesús dijo a sus discípulos:
No se enciende una lámpara para cubrirla con un recipiente o para
ponerla debajo de la cama, sino que se la coloca sobre un candelero, para que
los que entren vean la luz. Porque no hay nada oculto que no se descubra algún
día, ni nada secreto que no deba ser conocido y divulgado.
Presten atención y oigan bien, porque al que tiene, se le dará, pero al
que no tiene, se le quitará hasta lo que cree tener.
Palabra del Señor.
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en
mi vida?
El Evangelio no es una planta de interior. El
Evangelio, para que crezca, necesita salir a la calle, recibir el calor y la
lluvia. El Evangelio no merma al compartirse, al contrario. ¡No podemos
arrinconarlo en nuestras casas y en nuestras iglesias! Hemos de ser mensajeros
del Evangelio.
“Danos la fuerza de tu Espíritu para anunciar
la buena noticia de tu amor, para hacer presente tu amor con nuestro
compromiso, para que el Evangelio pueda llegar a todos y llene
de vida a cuantos lo reciban”
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