Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos
estaban con Él, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy Yo?»
Ellos le respondieron: «Unos dicen que eres Juan el
Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha
resucitado».
«Pero ustedes, les preguntó, ¿Quién dicen que soy
Yo?»
Pedro, tomando la palabra, respondió: «Tú eres el
Mesías de Dios».
Y Él les ordenó terminantemente que no lo
anunciaran a nadie, diciéndoles:
«El Hijo del hombre debe sufrir mucho, ser
rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado
a muerte y resucitar al tercer día».
Palabra del Señor.
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi
vida?
Jesús, nuestro Maestro, nos pregunta: Quién dices
que soy yo? ¿Sabes la respuesta? No tengas prisa en responder. No pienses
solamente en lo que sabes, piensa en tu relación personal con él, piensa en
cómo él influye en la vida de cada día. Cuando lo hayas pensado, dile la
respuesta al Maestro.
¿Quién te gustaría que fuera Jesús en tu vida?
Jesús es el Mesías de Dios, pero no por eso va a
evitar el trago amargo de la cruz. El camino del amor pasa antes de después por
la estación dolorosa de la cruz. Jesús nos avisa. Pedimos fuerza para ser
fieles en la dificultad.
Aunque cada uno tenemos que dar nuestra respuesta
personal, quizá nos pueda servir esta oración:
Tú eres, Jesús, la brújula más precisa para
encontrar la felicidad.
Tú eres, Jesús, el camino más recto para construir
un mundo de hermanos.
Tú eres, Jesús, el amigo más fiel y el esposo más
amoroso.
Tú eres, Jesús, el que viene cuando todos se van y
el que se queda cuando todos se marchan.
Tú eres, Jesús, el que se enciende cuando todo se
apaga, el único que nunca falla.
Tú eres, Jesús, el sol de mis días claros y la
estrella de mis días oscuros.
Tú eres, Jesús, el Salvador de mis miedos, de mis
pecados, de mis dudas.
Tú eres, Jesús, el cimento sobre el que construyo
mi vida y la meta a la que me dirijo.
Tú eres, Jesús, la razón de mi alegría y el
fundamento de mi esperanza.
Tú eres, Jesús, mi amor, mi paz, mi Dios, mi Señor.
Contigo
iré, Jesús, si Tú me ayudas. Contigo tomaré la cruz que nos conduce a la Vida
más grande.
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