Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su
elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió
mensajeros delante de Él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaria
para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a
Jerusalén.
Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto,
le dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para
consumirlos?» Pero Él se dio vuelta y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo.
Palabra del Señor
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi
vida?
Santiago y Juan iban con Jesús, pero ¡cuanto les
costaba comprender el nuevo estilo de vida iniciado por el Maestro! No saben de
qué espíritu son. Son del espíritu del amor, de la comprensión, de la
misericordia; no son hijos del espíritu del rencor y de la venganza.
“Señor danos tu Espíritu
de amor, para que curemos el egoísmo con generosidad venzamos la mentira con la verdad,
ganemos al orgullo con humildad y
superemos la guerra con la paz”
Cristo no ha venido no a perder a nadie, ha venido y
sigue viniendo a salvar a todos.
Nuestra tarea es la misma: salvar, animar, dar
alegría, levantar la esperanza.
Pedimos perdón porque a veces condenamos a los
hermanos y damos gracias por las personas siguen salvando al mundo con su vida.
Quiero tener una mirada
como la tuya, Señor.
A no dejarme llevar por
mis juicios, interesados, duros y excesivamente crueles.
A observar, no tanto los
aspectos negativos,
cuanto la bondad y lo noble de los que
me rodean.
Ayúdame a mirar como Tú,
Señor.
A no conspirar ni
levantar castillos
en las ruinas sufrientes de tantos
hermanos.
A no señalar defectos e
historias pasadas
que, entre otras cosas sólo sirven
para causar sensación o daño.
Ayúdame a mirar como Tú,
Señor.
A ser prudente, como Tú
lo fuiste con aquella mujer, que adulterada en su
vida,
comenzó otra vida nueva ante tu forma de mirarle y corregirle.
comenzó otra vida nueva ante tu forma de mirarle y corregirle.
Ayúdame a mirar como Tu,
Señor.
A ver el lado bueno de
las personas.
A no recrearme con el
sufrimiento ajeno.
A no ser altavoz de
calumnias y mentiras.
A ser persona y no jugar
a ser juez.
Ayúdame a mirar como Tú,
Señor.
A no manipular ni airear las cruces de las personas que las soportan.
A no enjuiciar ni
condenar los defectos de tantos próximos a mi vida.
A no hacer estandarte ni
burla de los que están hundidos en sus miserias.
Ayúdame a mirar como Tú,
Señor.
Para que, frente a la
mentira, reine la verdad.
Para que, frente a la
condena, brille tu misericordia.
Para que, frente a la
burla, salga la comprensión.
Para que, frente a la
humillación, despunte la bondad.
Amén
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