Jesús dijo a sus discípulos:
No se enciende una lámpara para cubrirla con un
recipiente o para ponerla debajo de la cama, sino que se la coloca sobre un
candelero, para que los que entren vean la luz. Porque no hay nada oculto que
no se descubra algún día, ni nada secreto que no deba ser conocido y divulgado.
Presten atención y oigan bien, porque al que tiene,
se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que cree tener.
Palabra del Señor
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El Evangelio no es una planta de interior. El
Evangelio, para que crezca, necesita salir a la calle, recibir el calor y la
lluvia. El Evangelio no merma al compartirse, al contrario. ¡No podemos
arrinconarlo en nuestras casas y en nuestras iglesias! Hemos de ser mensajeros
del Evangelio.
Haznos, Señor, una
comunidad buena noticia:
abierta, confiada, fraterna, invadida
por el gozo de tu Espíritu; una
comunidad entusiasta, que sepa cantar a la vida, acoger el misterio, vibrar ante su
tarea y anunciar con alegría tu
Reino.
Que llevemos la sonrisa
en el rostro, el júbilo en las entrañas, la fiesta en el corazón y la felicidad
a flor de piel desbordándose por todos los poros.
Que no nos acobarden las dificultades -tensiones, diferencias y conflictos que puedan surgir entre nosotros.
Que no nos acobarden las dificultades -tensiones, diferencias y conflictos que puedan surgir entre nosotros.
Que en nuestra pobreza y
debilidad sepamos abrimos, damos y compartir con la ilusión de quien se enriquece y
se siente dichoso con lo que hace.
Da, Señor, a esta
comunidad tuya una gran dosis de buen humor, para que
no deje de cantar y buscar la paz en estos tiempos de inclemencia y violencia; para que sepa desdramatizar tantas
situaciones difíciles, ambiguas y equívocas; para que siembre el consuelo y la
esperanza entre los que sufren y lloran.
Haznos expertos en deshacer nudos y romper cadenas, en curar heridas y dar ternura, en abrir surcos y arrojar semillas, en mostrar la verdad y defender la justicia, y en mantener viva la esperanza.
Haznos expertos en deshacer nudos y romper cadenas, en curar heridas y dar ternura, en abrir surcos y arrojar semillas, en mostrar la verdad y defender la justicia, y en mantener viva la esperanza.
Concédenos ser, para todos los que nos ven y sienten, testigos de tu buena noticia,
y del gozo, la fiesta y la risa que
vienen gratis con ella.
Amén
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