Jesús recorría las ciudades y los pueblos,
predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los
Doce y también algunas mujeres que habían sido sanadas de malos espíritus y
enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios;
Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los
ayudaban con sus bienes.
Palabra del Señor
Qué dicha la de los Doce
y de las mujeres que supieron reconocerte y por ello dejaron todo para
acompañarte y servirte. Permite que encuentre la luz y la fortaleza en esta
oración para permanecer siempre fiel a tu gracia, aun cuando se presenten
dificultades y problemas.
Jesucristo, ayúdame a
escucharte, acompañándote en la oración, en el Santísimo Sacramento.
Es indudable que debemos hacer mucho más a favor de la mujer, si queremos dar más fuerza a la reciprocidad entre hombres y mujeres. Es necesario de hecho, que la mujer no solamente sea más escuchada, sino que su voz tenga un peso real, un prestigio reconocido en la sociedad y en la iglesia.
Es indudable que debemos hacer mucho más a favor de la mujer, si queremos dar más fuerza a la reciprocidad entre hombres y mujeres. Es necesario de hecho, que la mujer no solamente sea más escuchada, sino que su voz tenga un peso real, un prestigio reconocido en la sociedad y en la iglesia.
El modo mismo con el cual Jesús ha considerado a
las mujeres -el evangelio lo indica así- era un contexto menos favorable del
nuestro, porque en esos tiempos la mujer era puesta en segundo lugar. Pero
Jesús la considera de una manera que da una luz potente que ilumina un camino
que lleva lejos, del cual hemos recorrido solamente un tramo. Aún no hemos
entendido en profundidad cuales son las cosas que nos puede dar el genio
femenino de la mujer en la sociedad. Tal vez haya que ver las cosas con otros
ojos para que se complemente el pensamiento de los hombres. Es un camino que es
necesario recorrer con más creatividad y más audacia.
Tres mujeres en primera línea. Cada una con su
vocación particular y las tres seguidoras incansables de las huellas de Jesús.
María Magdalena pasó a la historia por ser la
primera persona que vio a Cristo resucitado. Todos recordamos esa escena: ella,
llorando junto al sepulcro; el Señor que se le aparece como si fuera el
hortelano. Luego el encuentro y el anuncio a los apóstoles. María Magdalena, la
apasionada discípula que está junto a la cruz en el Calvario, junto a la Virgen
y san Juan.
Había otras mujeres que seguían al Maestro de
Nazaret. Juana también le acompañó desde los tiempos felices de los milagros
hasta el dolor del sepulcro tras la muerte de Cristo. Era una persona
importante en la ciudad. Una de esas santas mujeres que sabían estar, al mismo
tiempo, entre la alta sociedad de la época y entre los pobres que escuchaban
las palabras del Mesías.
También Susana ejerció un papel importante. Ella
colaboraba con sus bienes para que el Señor y sus discípulos pudiesen dedicarse
a lo importante: la predicación del Reino de los Cielos.
Son mujeres de actualidad, con un testimonio muy
vivo. Son el reflejo del amor a toda prueba, de la fidelidad y de la ayuda a la
obra de Cristo.
Acompañar a Cristo en el Santísimo Sacramento y
llevar a los demás un mensaje de amor de Jesús.
Permite, Señor, que tanto los hombres como las
mujeres de hoy tengamos una gran necesidad de Ti y seamos apóstoles que
propaguen tu mensaje de verdad y de caridad.
Amén
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