Jesús dijo:
¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si
en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados entre ustedes,
hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y sentándose sobre
ceniza. Por eso Tiro y Sidón, en el día del Juicio, serán tratadas menos
rigurosamente que ustedes.
Y tú, Cafarnaúm, ¿acaso crees que serás elevada
hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno.
El que los escucha a ustedes me escucha a mí; el
que los rechaza a ustedes me rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza a Aquél
que me envió.
Palabra del Señor
Gracias, Señor, por tu amor y por el prodigio
que me das, en este momento, al invitarme a dialogar contigo en esta
meditación. Confío en Ti, Señor, y humildemente pongo mi mente, mi corazón, mi
vida, en tus manos.
Jesús, ayúdame a guardar el silencio necesario
para poder escucharte.
Cuando
nosotros estamos en tentación, no escuchamos la Palabra de Dios: no escuchamos,
no entendemos, porque la tentación nos cierra, nos quita cualquier capacidad de
previsión, nos cierra cualquier horizonte, y así nos lleva al pecado. Cuando
estamos en tentación, solamente la Palabra de Dios, la Palabra de Jesús nos
salva. Escuchar la Palabra que nos abre el horizonte... Él siempre está
dispuesto a enseñarnos como salir de la tentación. Y Jesús es grande porque no
solo nos hace salir de la tentación, sino que nos da más confianza.
Esta confianza es una fuerza grande, cuando estamos
en tentación: el Señor nos espera, se fía de nosotros así, tentados, pecadores,
siempre abre horizontes. Y viceversa, el diablo con la tentación cierra,
cierra, cierra.
¡Ay de ti, que has visto muchos milagros y no te
has convertido! Son muy duras las palabras de Cristo contra estas dos ciudades,
ciudades que nos pueden representar si no creemos en los milagros que Cristo va
cumpliendo cada día de nuestra vida.
¿Qué milagros ha hecho y no he creído? Cada uno en
su vida personal puede decir cuántos son los milagros que Dios ha hecho en su
propia vida, pero los más comunes son la Eucaristía, la conversión de nuestros
corazones, las casualidades que no tienen otro fundamento que el querer de
Dios, nuestra propia vida cuando hemos estado en riesgo de morir...
Lo que nos pide Cristo en este evangelio es que
reflexionemos sobre todos esos milagros, esas gracias que Dios nos va dado,
para que se las agradezcamos como verdaderos hijos, que aman a su Padre. Seamos
agradecidos y pidamos la gracia de ver todo lo que Dios nos ha dado.
Poner en mi agenda de actividades, el día en que
voy a ir a confesarme.
Señor, hazme darme cuenta que para escuchar y poder responder a tu llamada, debo limpiar mi mente y mi corazón en el sacramento de la confesión. No soy digno de ser tu discípulo misionero, por eso te pido me ayudes a crecer en la sinceridad y en la honestidad, para que sepa aprovechar los medios espirituales que me ofrece tu Iglesia.
Señor, hazme darme cuenta que para escuchar y poder responder a tu llamada, debo limpiar mi mente y mi corazón en el sacramento de la confesión. No soy digno de ser tu discípulo misionero, por eso te pido me ayudes a crecer en la sinceridad y en la honestidad, para que sepa aprovechar los medios espirituales que me ofrece tu Iglesia.
Amén
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