Jesús dijo a los
judíos:
«Mi Padre
trabaja siempre, y Yo también trabajo». Pero para los judíos ésta era una razón
más para matarlo, porque no sólo violaba el sábado, sino que se hacía igual a
Dios, llamándolo su propio Padre.
Entonces
Jesús tomó la palabra diciendo:
«Les
aseguro que el Hijo no puede hacer nada por sí mismo sino solamente lo que ve hacer al Padre; lo que hace el Padre, lo hace igualmente el Hijo.
Porque el
Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace. Y le mostrará obras más grandes aún, para que ustedes queden maravillados.
Así como el
Padre resucita a los muertos y les da vida, del mismo modo el Hijo da vida al que Él quiere.
Porque el
Padre no juzga a nadie: Él ha puesto todo juicio en manos de su Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre.
El que no
honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió. Les aseguro que el que escucha mi palabra y cree en Aquél que me ha enviado, tiene Vida eterna y no está sometido al juicio, sino que ya ha pasado de la muerte a la Vida.
Les aseguro que la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oigan, vivirán.
Así como el
Padre tiene la vida en sí mismo, del mismo modo ha concedido a su Hijo tener la vida en sí mismo, y le dio autoridad para juzgar porque Él es el Hijo del hombre.
No se
asombren: se acerca la hora en que todos los que están en las tumbas oirán su voz y saldrán de ellas: los que hayan hecho el bien, resucitarán para la Vida; los que hayan hecho el mal, resucitarán para el juicio.
Nada puedo
hacer por mí mismo. Yo juzgo de acuerdo con lo que oigo, y mi juicio es justo, porque lo que Yo busco no es hacer mi voluntad, sino la de Aquél que me envió».
Palabra del Señor
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en
mi vida?
Jesús
nos revela en estas líneas su profunda relación de amor con el Padre. Amor que
lo va configurando con el Padre y que es el motor de toda su vida y de toda su acción.
En
Jesús, nosotros hemos sido hechos hijos del Padre. Por medio de la adhesión a
Jesús y de la Fe en Dios, ya tenemos vida eterna, hemos pasado ya de la muerte
a la vida.
La
confianza en el Padre, el sentirnos amados por el, nos lleva como a Jesús a
dejarnos guiar por el Espíritu, a no hacer nada por nuestra cuenta, a no cesar
de trabajar en la construcción del Reino.
¿Me
siento cansado, desanimado de trabajar sin ver los frutos? ¿Intento buscar atajos,
hacer las cosas por mi cuenta sin fiarme del Padre?
Es el momento, Señor, de orientar mi vida; es la
hora de dar rumbo a mi existencia.
Estoy a punto para descubrir un nuevo camino.
No me sirve, Señor, vivir en eterna encrucijada.
Estoy ante ti abierto como la playa al mar; estoy
en busca de tus pasos, de tus huellas; quiero hacer realidad lo que tú has
soñado para mí…
Aquí estoy, Señor, como Saulo en el camino de
Damasco: y te digo sin rodeos: Señor ¿qué quieres que haga?
Aquí estoy, Señor, como Samuel en la noche y te
digo: Habla, que tu siervo escucha.
Aquí estoy, Señor, como María cuando era joven y te
digo: He aquí la esclava; que haga según tu Palabra.
Señor, ¿qué quieres de mí? ¿Qué me pides?
Señor, ¿cuál es el plan del Padre para mi vida?
Señor, ¿cuál es el proyecto que quieres que
realice?
Señor, ¿a qué me llamas? ¿Por dónde quieres que
camine?
Señor, ¿cómo estar seguro de tus caminos en la
vida?
Señor, ¿cómo sé yo que es eso lo que deseas de mi y
no otra cosa?
Señor, ¿seré capaz de ser fiel a la llamada que tu
me haces?
Señor, ¿y si me equivoco y tengo que volver atrás?
Señor, ¿Cómo comprometerme si no estoy plenamente
seguro?
Preguntas, Señor, siempre preguntas. ¿Cómo saldré
de la duda? Yo quiero tener claro cada paso del camino.
Soy calculador, Señor, y no me gusta arriesgar
nada.
Yo quiero tener mis seguridades y tengo miedo a lo
imprevisible.
A fin de cuentas: ¿Te busco o me busco, Señor? ¿Pongo
mis ojos en mí o te miro a ti? ¿Son tus intereses los que busco o sólo los
míos? ¿Estoy disponible para ti?
Señor, dame luz y fuerza para optar por ti.
Señor, dame luz y fuerza para optar por ti.
Será lo mejor para mi y para todos. Tú no defraudas
nunca.
Amén
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