Jesús dijo a aquellos judíos que habían creído
en Él:
«Si ustedes permanecen fieles a mi palabra, serán
verdaderamente mis discípulos: conocerán
la verdad y la verdad los hará libres».
Ellos le respondieron: «Somos descendientes de
Abraham y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir entonces:
"Ustedes serán libres"?»
Jesús les respondió: «Les
aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado.
El esclavo no permanece para siempre en la casa; el hijo, en
cambio, permanece para siempre.
Por eso, si el Hijo los libera, ustedes
serán realmente libres.
Yo sé que ustedes son descendientes de Abraham, pero tratan
de matarme porque mi palabra no penetra en ustedes.
Yo digo lo que he visto junto al Padre, y ustedes hacen lo que han aprendido de su padre».
Ellos le replicaron: «Nuestro padre es Abraham».
Y Jesús les dijo: «Si ustedes fueran hijos de
Abraham, obrarían como él. Pero ahora quieren matarme a mí, al hombre que les dice la verdad que ha oído de Dios. Abraham no hizo eso. Pero ustedes obran como su
padre».
Ellos le dijeron: «Nosotros no hemos nacido de
la prostitución; tenemos un solo Padre, que es Dios».
Jesús prosiguió: «Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían, porque Yo he salido de Dios y
vengo de Él. No he venido por mí mismo, sino que Él me envió».
Palabra del
Señor
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús se dirige en este
Evangelio a los que han creído en Él, se dirige a ti.
Se sorprenden cuando Jesús les dice que serán libres. Ellos se creían libres, porque decía ser hijos de Abraham e hijos de Dios. Se creían libres. Nos creemos libres y sin embargo somos esclavos de tantas cosas, de tantas rutinas, de tantas cosas insignificantes...
Se sorprenden cuando Jesús les dice que serán libres. Ellos se creían libres, porque decía ser hijos de Abraham e hijos de Dios. Se creían libres. Nos creemos libres y sin embargo somos esclavos de tantas cosas, de tantas rutinas, de tantas cosas insignificantes...
¿Por
qué nos empeñamos en verte como antagonista en nuestra vida, amenaza a nuestra libertad, juez de nuestros amores, aguafiestas de nuestras
alegrías, tropiezo de nuestros andares?
¿Por
qué estás grabado tan fuerte como poderoso e invisible vigilante, ley que nos
exige y se impone, conciencia que nos persigue y roe, castigo siempre
amenazante, miedo de muerte en nuestros placeres?
¿Por
qué jugamos tantas veces a ponerte a prueba con nuestras tonterías, a
ensuciarte el rostro con el que te nos revelas, a convertirte en títere de
nuestras preguntas, a atraparte con nuestros torpes saberes, a hacerte cómplice
de nuestras decisiones?
Oh
Dios, Tú que eres Dios de vida y no de muerte ni de suerte, renuévanos y ponnos
en sintonía con tu Espíritu de siempre y los signos que te preceden.
Borra nuestras falsas imágenes.
Que
tu Espíritu grabe la suya para siempre.
El pecado nos hace esclavos. El
pecado amarra la voluntad y los sentimientos, encadena la libertad y la
felicidad, arruga el rostro y el corazón. Y lo hace con tanta maestría, que
incluso nos da alguna pequeña satisfacción para poder esclavizarnos mejor.
“Señor, ayúdanos a descubrir la
maldad del pecado”
“Perdona Señor nuestra
convivencia con el pecado”
No basta con saber que somos
hijos de Abraham e hijos de Dios, hay que vivir como tales: acogiendo a
Jesucristo en el corazón y para que Él transforme nuestra existencia. ¿Qué te
dice Dios? ¿Qué le dices?
Amén
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