jueves, 17 de julio de 2014

JESÚS Y LA MUJER DE SAMARIA



Jesús salió de Judea para ir a Galilea con sus discípulos. En su viaje tenía que pasar por la región de Samaria. De modo que llegó a un pueblo llamado Sicar, cerca del terreno que Jacob había dado en herencia a su hijo José. Allí estaba el pozo que llamaban  de Jacob.

Jesús, cansado del camino se sentó junto al pozo. Era cerca del medio día. Los discípulos habían ido al pueblo a comprar algo de comer. En eso, una mujer de Samaria llegó al pozo a sacar agua y Jesús le dijo:

-“Dame un poco de agua”-

Pero como los judíos no tienen trato con los samaritanos, la mujer le respondió:

-“¿Como es que tú, siendo judío me pides agua a mí, que soy samaritana?”-

Jesús le contestó:

-“Si supieras lo que Dios da y quien es el que te está pidiendo agua, tú le pedirías a él, y él te daría Agua Viva”- y la mujer le dijo:

-“Señor, ni siquiera tienes con que sacar agua, y el pozo es muy hondo; ¿De donde me vas a dar Agua Viva? Nuestro antepasado Jacob nos dejó este pozo, de que él mismo bebía, también sus hijos y sus animales. ¿Acaso tú eres más que él?”-

Jesús le contestó:

-“Todos los que beben de esta agua, volverán a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré, nunca volverá a tener sed. Porque el agua que yo le daré brotará en él como un manantial de vida eterna”- la mujer le dijo:

-“Señor, dame de esa agua, para que yo no vuelva a tener sed ni haya que venir aquí a sacarla”-

Jesús le dijo:

-“Ve a llamar a tu marido y vuelve acá”- la mujer le contestó:

-“No tengo marido”- Jesús le dijo:

-“Bien dices que no tienes marido, porque has tenido cinco maridos, y el que ahora tienes no es tu marido. Es cierto lo que has dicho”-

-“Señor, ya veo que eres un profeta. Nuestros antepasados, los samaritanos, adoraron a Dios aquí en este monte, pero ustedes los judíos dicen que Jerusalén es el lugar donde debemos de adorarlo”- Jesús le contestó:

-“Créeme mujer, que llega la hora en que ustedes adorarán al Padre sin tener que venir a este monte, ni ir a Jerusalén. Ustedes no saben a quien adoran; pero nosotros sabemos a quien adoramos, pues la salvación viene de los judíos. Pero llega la hora, y ahora mismo, cuando los que de veras adoran al Padre, lo harán de un modo verdadero, conforme al Espíritu de Dios, pues el Padre quiere que así lo hagan los que lo adoran. Dios es espíritu y los que lo adoran deben de hacerlo de un modo verdadero, conforma al Espíritu de Dios”- entonces la mujer le dijo:

-“Yo sé que va a venir el Mesías, es decir Cristo y cuándo Él venga, nos lo explicará todo”- Jesús le dijo:

-“Ese soy yo, el que habla contigo”-

En eso llegaron sus discípulos y se quedaron extrañados de que Jesús estuviera hablando con una mujer. Pero ninguno se atrevió a preguntarle, que quería o de que estaban conversando. La mujer dejó su cántaro y se fue al pueblos donde dijo a la gente:

-“Vengan a a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será este el Mesías?”-

Entonces salieron del pueblo y fueron adonde estaba Jesús. Mientras tanto, los discípulos le rogaban:

-“Maestro, come algo”- pero Él les dijo:

-“Yo tengo algo que comer, que ustedes no conocen”-

Los discípulos comenzaron a preguntarse unos a otros:

-“¿Será que le habrán traído algo de comer?”- pero Jesús les dijo:

-“Mi comida es hacer la voluntad del que me envió y terminar su trabajo. Ustedes dicen:

-“todavía faltan cuatro meses para la cosecha”- pero yo les digo que se fijen en los sembrados, pues ya están maduros para la cosecha.

-“El que trabaja en la cosecha, recibe su paga, y la cosecha que recoge es para vida eterna, para que tanto, el que siembra como el que recoge se alegren juntamente. Porque este dicho es verdadero. Uno es el que siembra y otro el que cosecha. Yo los envío a ustedes a cosechar algo que no les había costado ningún trabajo, otros fueron los que trabajaron y ustedes son los que se beneficiaron con el trabajo de ellos”-

Mucho de los habitantes de aquel pueblo de Samaria creyeron en Jesús por lo que les había asegurado la mujer.

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