Jesús dijo a los fariseos y a los doctores de la
Ley: «¡Ay de ustedes, que construyen los sepulcros de los profetas, a quienes
sus mismos padres han matado! Así se convierten en testigos y aprueban los
actos de sus padres: ellos los mataron y ustedes les construyen sepulcros.
Por eso la Sabiduría de Dios ha dicho: "Yo les
enviaré profetas y apóstoles: matarán y perseguirán a muchos de ellos".
Así se pedirá cuenta a esta generación de la sangre de todos los profetas, que
ha sido derramada desde la creación del mundo: desde la sangre de Abel hasta la
sangre de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el santuario. Sí, les
aseguro que a esta generación se le pedirá cuenta de todo esto.
¡Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han
apoderado de la llave de la ciencia! No han entrado ustedes, y a los que
quieren entrar, se lo impiden».
Cuando Jesús salió de allí, los escribas y los
fariseos comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas y
tendiéndole trampas para sorprenderlo en alguna afirmación.
Palabra del Señor
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi
vida?
La historia ha cambiado poco. A los que mientras
vivían amargamos la vida, después de muertos les dedicamos una calle. Hace
falta que una persona muera para que se le reconozcan sus valores.
“Señor, danos un corazón
abierto para reconocer la bondad de cada persona”
“Enséñanos a acoger a los
profetas que nos envías
para hacernos ver nuestros pecados
y enderezar la vida hacia la
felicidad”
Los juristas y fariseos tienen la llave del saber,
pero ni entran, ni dejan entrar. En nuestras manos está la posibilidad de vivir
la fe y transmitirla a otros. Y a veces ni la vivimos ni la transmitimos. ¿Cómo
vivimos la fe? ¿Cómo la podemos transmitir?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices? Señor Jesús, ayúdame a entrar decididamente,
por la puerta del Evangelio. Llevo mucho tiempo siendo cristiano, pero no acabo
de pensar como Tú, sentir como Tú, rezar como Tú, arriesgar como Tú, tratar a
los pobres como Tú, renunciar como Tú, compartir como Tú, entregarme como Tú...
En definitiva, no me atrevo a amar como Tú. Qué tu Espíritu me dé el empujón
que necesito para vencer la pereza y la mediocridad, y entrar cada día con mayor
profundidad en tu Reino.
Ayúdame a ser puente que
abra camino. Qué nunca sea muralla que cierre el paso. Para que muchas
personas, algunas muy cerca de mí, que buscan la fuente de la felicidad y de la
alegría, puedan encontrarse contigo, puedan descubrir y vivir que Tú eres el
Camino, la Verdad y la Vida.
Amén
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