Al llegar a la región de Cesárea
de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Qué dice la gente sobre el Hijo
del hombre? ¿Quién dicen que es?»
Ellos le respondieron: «Unos
dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los
profetas».
«Y ustedes, les preguntó,
¿quién dicen que soy?» Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú eres el
Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Y Jesús le dijo: «Feliz de ti,
Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la
sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y Yo te digo: Tú eres Pedro, y
sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra
ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la
tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará
desatado en el cielo».
Palabra del
Señor
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en
mi vida?
Los Evangelios dejan clara la
preponderancia de Pedro sobre los demás apóstoles. En el Evangelio de hoy,
Pedro confiesa la fe en Jesús como el Mesías, el Hijo de Dios vivo y es elegido
por Jesús como la piedra sobre la que se edificará la Iglesia. No sabemos por
qué Jesús elige a Pedro y no a otro, pero lo cierto es que se fija en él para
apacentar a su rebaño y confirmar a los hermanos en la fe.
2000 años después, es Francisco el que continúa la misión que Jesús dio a Pedro. No falte hoy nuestra oración por el Papa y por todas aquellas personas e instituciones que le ayudan en su tarea.
2000 años después, es Francisco el que continúa la misión que Jesús dio a Pedro. No falte hoy nuestra oración por el Papa y por todas aquellas personas e instituciones que le ayudan en su tarea.
Aunque el Evangelio de hoy no
hable de San Pablo, hoy también celebramos su fiesta. San Pablo es el
perseguidor convertido en evangelizador, el que lleva el Evangelio a nuevos
pueblos, con nuevos lenguajes, el animador de las comunidades que fundaba...
Damos gracias a Dios por Pablo
y por todos los evangelizadores que la Iglesia ha tenido y tiene. Pedimos por
la Iglesia, para que no pierda pulso misionero, por nosotros mismos, para que
seamos capaces de comunicar la fe que hemos recibido a las personas con las que
convivimos.
Te doy gracias, Señor, porque cuentas
conmigo, a pesar de mi pequeñez y mi pecado.
Cuentas conmigo y me llamas, como llamaste a
Pedro, un pescador sencillo, apasionado, bravucón, que se creía más fuerte que
sus compañeros.
Cuentas
conmigo y me llamas, como llamaste a Pablo, Un fariseo inteligente, fanático,
intransigente, que quería acabar con los que no pensaban como él.
Te doy gracias por Pedro y por todas las
personas que son piedra en la que se apoya nuestra vida y nuestra fe.
Te doy gracias por Pablo y por todas las
personas que comparten la alegría y la novedad de la fe cristiana.
Te doy gracias porque cambiaste el corazón
de Pedro. Gracias a tu perdón, Pedro lloró sus pecados se hizo más humilde y se
dejó guiar por ti.
Gracias a tu cercanía, Pablo se cayó del
caballo de sus prejuicios y descubrió que tu grandeza se muestra en nuestra
debilidad.
También a mí me has cambiado, Señor.
Gracias.
Que sepa acercarme cada día a Ti, para que
puedas acabar la obra que has comenzado en mí y sepa contagiar la alegría de
sentirme amado por Ti.
Amén
No hay comentarios:
Publicar un comentario