Juan el Bautista, llamando a dos de sus discípulos,
los envió a decir al Señor: «¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a
otro ?»
Cuando se presentaron ante Jesús, le dijeron: «Juan el Bautista nos
envía a preguntarte: "¿Eres Tú el que ha de venir o debemos esperar a
otro?"»
En esa ocasión, Jesús sanó mucha gente de sus
enfermedades, de sus dolencias y de los malos espíritus, y devolvió la vista a
muchos ciegos. Entonces respondió a los enviados:
«Vayan a contar a Juan lo que han visto y oído: los
ciegos ven, los paralíticos caminan, los leprosos son purificados y los sordos
oyen, los muertos resucitan, la Buena Noticia es anunciada a los pobres. ¡Y
feliz aquél para quien Yo no sea motivo de tropiezo!»
Palabra del Señor
¿Qué
me quieres decir, Señor?
¿Cómo
puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Dichoso el que no se
escandalice de mí. Dichoso el que no pierda su confianza en mí. Jesús sabe que
con mucha facilidad nos llega la duda: ¿tiene sentido ser cristiano? ¿Dios me
ayuda o no? y la más radical ¿existe Dios o es un invento mío? Y en esos momentos
podemos hacer fundamentalmente dos cosas:
- Acercarnos a Dios
para expresar nuestra confusión, nuestras dudas, nuestro enfado. Así lo hizo
Juan, mandando a sus discípulos a que preguntaran a Jesús.
- Alejarnos de Dios.
Y dejar que se pudran en nuestro interior las confusiones, dudas y enfados.
¿Cuál es tu actitud en
estos casos? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Convierte mi mirada, Señor, para que sepa ver el amor escondido,
para que descubra las heridas de quienes me rodean, y quiera curarlas,
para que vea más problemas reales y menos figurados; para que perciba
las lágrimas ajenas.
Convierte mi mirada, Señor, para que sepa ver el amor escondido,
para que descubra las heridas de quienes me rodean, y quiera curarlas,
para que vea más problemas reales y menos figurados; para que perciba
las lágrimas ajenas.
Transforma
mi mirada, Señor, para que intuya las posibilidades de paz,
de concordia, de justicia, de amor.
de concordia, de justicia, de amor.
Convierte
mi mirada, Señor.
Convertirse
es comprometerse un poco más, un poco mejor.
Hazme
alguien comprometido con mi mundo, Señor.
Ayúdame
a luchar por mi familia.
Dame
coraje para perseverar cuando el camino se haga difícil.
Dame
paciencia para sobrellevar los obstáculos sin rendirme.
Dame
ilusión para seguir creyendo cuando me quede sin apoyos.
Dame
fuerza para complicarme en batallas buenas.
Dame
manos para acariciar, pies para caminar, palabra para cantar, siempre a favor
de un mundo bueno. Hazme alguien comprometido con mi mundo, Señor.
Amén
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