Los
pastores fueron rápidamente adonde les había dicho el Ángel del Señor, y
encontraron a María, a José y al recién nacido acostado en el pesebre.
Al
verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los
escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores.
Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su
corazón. Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo
que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido.
Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso
el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su
concepción.
Palabra del Señor
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en
mi vida?
Pueden ayudar estas ideas:
Seguimos
contemplando el portal de Belén. Y hoy, sin perder de vista al niño,
fijamos nuestra atención en su madre, María. Imagina que tú eres uno de los
pastorcillos recién llegados al establo y dirige tus ojos a María. Déjate
contagiar de su alegría, de su ternura, de su delicadeza, de su mirada...
Como
tantas veces, María conservaba todo y lo meditaba en su corazón. María no puede
asimilar tantas emociones, tantas emociones, tantas palabras... y lo guarda en
su corazón, para rumiarlo con tranquilidad, para buscar el sentido de todo,
para seguir adivinando lo que Dios quería de ella... ¿Qué te dice Dios a través
de esta actitud de María? ¿Qué le dices?
Hoy es
la jornada mundial de oración por la paz. Pedimos la paz para nuestro mundo,
para nuestras familias, para nuestra sociedad...
Revisamos
y pedimos perdón por nuestras actitudes violentas. Nos planteamos cómo podemos
ser constructores de paz en nuestros ambientes con la fuerza del Espíritu
Santo.
Al
estrenar el año, queremos desearnos lo mejor. También Dios nos felicita.
Apoyándonos en las lecturas de la Misa de hoy, bien pudiera ser ésta la
felicitación de Año Nuevo de nuestro Dios:
Yo te
creé por amor en las entrañas de tu madre.
Te
protegeré en el año nuevo y todos los días de tu vida.
No
temas, porque no me alejaré de ti, mis pasos no se separarán de los tuyos.
Te
protegeré, hasta cuando tú no me sientas cercano.
Te
protegeré, también cuando te alejes de mí.
Te
protegeré cuando hagas daño a tus hermanos, mis hijos, y me hagas sufrir.
Te
protegeré incluso cuando te sientas probado y machacado.
Te
protegeré hasta cuando veas sufrir con impotencia a las personas que quieres.
Siempre
estaré contigo. Te lo prometo. No seas orgulloso. Acércate a mí. Déjate
proteger.
Y haz
con tus hermanos lo mismo que yo hago y haré contigo.
En este
nuevo año yo te bendigo, digo bien de ti.
Te digo
que tú eres importante para mí, vales mucho ante mis ojos.
Te digo
que tú eres, pobre criatura, mi hija amada, mi hijo querido.
Te digo
que en tu corazón no anida sólo la venganza y el egoísmo; en tu corazón está el mismo Espíritu Santo, que te recuerda que tú eres
mi hijo, que te anima a rezar, a llamarme: Padre, papa, querido papá.
Te
bendigo y te pido que hables bien de mí, en tu familia y con tus amigos.
Guardarte
de la crítica, no maldigas, habla bien de tus hermanos, aunque se equivoquen.
En este
nuevo año, yo seguiré fijándome en ti.
Nunca
dejaré de mirarte. Te miraré con cariño, con comprensión.
Te
miraré, como una madre mira a su hijo recién nacido.
Te
miraré, como un padre que espera que su hijo le diga “papá”
Te
miraré, para que siempre que vuelvas tus ojos hacia mí encuentres los míos mirándote, sonriéndote, acogiéndote, amándote.
Mírame
como un niño, feliz y seguro, cuando su padre lo mira.
Y mira
con amor a tus hermanos, especialmente a los que no se sienten queridos.
En este
año nuevo, te seguiré concediendo mi favor: muchas
personas buenas te ayudarán y te amarán.
Cuando
te rodee la mentira, te ayudaré a madurar, a crecer como persona y como
cristiano.
Seguiré
ofreciéndote mi Palabra, la palabra de la vida y la felicidad.
Seguiré
regalándote mi Iglesia, tan pobre como necesaria, para que me sigas.
Seguiré
alimentándote con el Cuerpo de mi Hijo, con su amor.
Seguiré
saciando tu sed con su sangre, con su vida entregada.
Seguiré
perdonando con misericordia tus pecados y errores.
Te daré
todo lo mejor que tengo. Yo mismo seré tu regalo.
Acércate
a mí, para que yo pueda seguir concediéndote mi favor.
Y
comparte todo lo que yo te doy con tus hermanos.
En este
año nuevo seguiré concediéndote la paz, la paz
de tu corazón, de tu familia, de la Iglesia, del mundo… para siempre.
Seguiré
concediendo el don de la paz, a pesar de que demasiadas veces no es bienvenida.
Seguiré
ofreciendo la paz con paciencia hasta que todos busquéis la justicia, hasta que todos sepáis perdonar y vivir reconciliados, hasta que todos
viváis en paz.
Acoge
mi paz. Busca la justicia. Sé pacífico y pacificador.
Da a
cada uno lo que necesita para vivir con la dignidad.
En este
año nuevo, seguiré diciéndote: Ahí tienes a tu madre, la
madre de mi hijo Jesús, vuestra madre.
Junto a
ella será más fácil acercarte a mí.
Junto a
ella será más fácil bendecir y sentir mi bendición.
Junto a
ella será más fácil que tu rostro se ilumine con mi mirada.
Junto a
ella será más fácil sentirte favorecido y querido por mí.
Junto a
ella será más fácil vivir en paz conmigo, con tus hermanos, con amigos y
enemigos.
Junto a
ella será más fácil ser instrumento de mi paz.
De
parte de tu Padre, Dios, que te quiere, FELIZ AÑO NUEVO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario