Jesús entró en una sinagoga, y había allí un hombre
que tenía una mano paralizada. Los fariseos observaban atentamente a Jesús para
ver si lo sanaba en sábado, con el fin de acusarlo.
Jesús dijo al hombre de la mano paralizada: «Ven y
colócate aquí delante».
Y les dijo: «¿Está permitido en sábado hacer el bien o el mal, salvar
una vida o perderla?»
Pero ellos callaron.
Entonces, dirigiendo sobre ellos una mirada llena de indignación y
apenado por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: «Extiende tu mano». Él
la extendió y su mano quedó sana.
Los fariseos salieron y se confabularon con los herodianos para buscar
la forma de acabar con Él.
Palabra del Señor
¿Qué me quieres
decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer
realidad este evangelio en mi vida?
Pueden ayudar estas
ideas:
No les
importaba si Jesús hacía el bien o el mal. No se maravillaban ante el milagro
de la curación. Están ciegos, tienen el corazón más paralizado que el
brazo del hombre enfermo.
"Jesús
perdona y cura nuestras cerrazones"
"No
nos dejes ser retorcidos. Haznos abiertos a la verdad".
Despierten,
abran los ojos, se acerca vuestra liberación.
Despierten,
abran bien los ojos.
Despierten
de los sueños y abran los ojos hacia el futuro.
Despierten
y déjense mirar por unos ojos que ven en ti mucho
más dentro de lo que ven los demás y de lo que nosotros
vemos de nosotros mismos.
Despierta
y déjate mirar por alguien que no se fija en
nuestros defectos ni en nuestras incapacidades.
Abre
los ojos y déjate mirar por este niño que ve
todas las posibilidades escondidas en nosotros.
ÉL las
ha puesto en cada uno, en cada una.
Despierten
y abran unos ojos capaces de transmitir que el
cambio es posible, e incapaces de condenar, de reprochar y de
acusar.
Despierten,
abran los ojos tentados de poseer, de juzgar y saber.
Quiten
las escamas y las legañas de las desconfianzas los recelos
y las sospechas, los temores y las suspicacias
Despierten,
abran los ojos.
Se
acerca vuestra salvación, aquí ya en esta tierra poblada de
aullidos, de guerras, de integrismos y suicidios.
Despierten,
abran los ojos como lugar de admiración de ternura, de
compasión, de disculpa, de comprensión, de compasión
y no como lugares de negatividad, dureza, posesión, superficialidad,
indiferencia y prejuicios.
Se
acerca nuestra salvación, está aquí ya , entre
nosotros.
La
salvación es posible, es real.
Aquí en
esta tierra, en tu corazón. Amén.
Jesús
quedó dolido por la obstinación. Jesús pudo curar la parálisis del brazo, pero
no pudo curar la dureza de corazón de los que buscaban acusarle. Para que Jesús
nos pueda curar, necesita nuestra fe.
"Señor,
ayúdanos a descubrir nuestras obstinaciones"
"Señor,
haznos pacientes, como tú, con los obstinados"
Jesús
cura la parálisis del brazo de aquel hombre. Y quiere curar las tuyas. ¿Qué
parálisis reconozco en mí? Se las cuento al Señor. Pido la curación. Doy
gracias por las curaciones ya recibidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario