jueves, 19 de junio de 2014

NO NOS DEJES DE CAER EN TENTACIÓN



NO NOS DEJES CAER EN TENTACIÓN


Nuestra vida cristiana es una continua lucha. Debemos pasar por muchos peligros y pruebas. Nuestra amistad con Dios tiene que ser probada y purificada. La anterior petición pedía perdón por todas las infidelidades al amor de Dios en el pasado y en el presente. Ahora pedimos que Dios no permita la caída, la traición en el futuro.

Nuestra obediencia de fe debe ser acrisolada. Por esto Dios permite que todos sus elegidos pasen por momentos de muy dura prueba. En la anáfora núm. uno se menciona a Abraham como "Padre de nuestra fe". En lugar de Eva, que cayó por su culpa en la tentación que Dios había permitido, María prestó como segunda Eva, la inquebrantable y total obediencia a Dios desde el inicio hasta el fin de su vida. "Dios es fiel y no permitirá que seáis tentados sobre vuestras fuerzas, sino que junto a la tentación preparará la salida, para que podáis sobrellevarla" 

¿Cuál es entonces el peligro de las tentaciones? ¿Porqué dice el Señor: "Velad y orad, para que no caigáis en tentación',? Los mismos apóstoles dormidos en el Huerto de los Olivos, nos dan la respuesta. Con sinceridad después de la última cena habían expresado de varias maneras su deseo de fidelidad. Ahora, cuando el Señor necesitaba más su presencia, lo dejaron solo. Se quedaron dormidos y después huyeron. De verdad: "El espíritu está pronto, pero la carne es débil"

Tentación no sólo es prueba, sino que incluye el peligro de la caída y de la traición. El mismo Jueves Santo, en el banquete sagrado nos dice la escritura, mencionando a Judas: "Tras el bocado entró en el Satanás". Esta caída total no vino de golpe. Se preparó por la misma culpa de Judas, que ya desde la multiplicación de los panes era de aquellos que perdieron la fe, que se escandalizaron de Jesús, porque no correspondía a la imagen del Mesías, que ellos mismos se habían fabricado. La debilidad de la carne tiene muchas variedades. El apóstol San Juan habla de la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la jactancia de las riquezas.

El Documento de Puebla habla de los ídolos del poder, del placer y de las riquezas. Quienes se entregan a esta idolatría caen necesariamente. "Los que quieren enriquecerse caen en la tentación, en el lazo y en muchas codicias insensatas y perniciosas que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición"

Católicos valientes con un corazón indiviso, que saben resistir a las tentaciones del secularismo, de la manipulación masiva, a la fascinación de las diversiones, no surgen de hoya mañana. Surgen de hogares católicos, donde los padres de familia dan ejemplo de austeridad y abnegación por amor de Cristo, donde se educa a los hijos a la lucha cristiana, a la "vida en el espíritu" como dice San Pablo.

Si falta este espíritu, surgen sólo unos flojos, que caerán en las primeras grandes tentaciones de la vida. Los que nunca tomaron decisiones... sobre ellos deciden otros.

Una tentación peligrosa es la entrega a la desesperación y hasta al suicidio. La total desconfianza de Dios, de su amor misericordioso. Judas cayó en esta trampa mortal.

Si uno, durante muchos años de vida, oyó sólo la voz del seductor: "Para ti todo está permitido", el día que despierta de su maldad fácilmente oye otra voz, que le dice ahora: "Para ti ya no hay ¡perdón". Una profunda mirada a la Cruz del Señor, un beso a esa señal siempre eficaz de misericordia, un solo grito sincero: "¡Jesús, misericordia!" salva de esta desesperación.

¿Cuáles son los remedios que el Señor nos regaló para no caer en la tentación?

Por propio esfuerzo nadie vence las tentaciones graves de la vida. Cristo "compartió en todo, nuestra condición humana, menos en el pecado" Por nosotros los hombres y por nuestra salvación aceptó también las tentaciones del diablo. No sólo en el desierto, no sólo en el Huerto de los Olivos sino hasta en su agonía se oye la voz del tentador, que quiere desviar a Cristo de la voluntad del Padre: "Baja ahora de la cruz para que veamos y creamos"

En previsión de su victoria en la Cruz el Señor dijo: "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo". El mismo que quiso provocar la caída de Cristo y quiere influir en nuestras caídas, cayó para siempre. Sobre los que son de Cristo Jesús, ya no tiene dominio. Por la victoria de Cristo el poder del diablo es relativo y por poco tiempo. 

Quien es fiel a Cristo y a la Iglesia se reviste de las armas de Dios y puede resistir a las asechanzas del diablo. La confesión sacramental es un "tomar las armas de Dios", pero también en cada Santa Misa, somos fortalecidos por Jesús, nuestro sumo Sacerdote compasivo, quien "con lo que padeció experimentó la obediencia; y llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que obedecen".

La tentación puede tener su hora especial, su momento, su día. Ninguno tiene certeza de ser fiel hasta la muerte y recibir la corona de la vida. Debemos vigilar mucho y huir de las ocasiones de pecado, como dice San Pablo al joven Timoteo: "Tú, hombre de Dios, huye de estas cosas". Para San Agustín, el diablo es como un perro encadenado. Puede morder sólo a quien se acerca con premeditación, a quien busca la ocasión de pecado. Quienes en contra de su voluntad son tentados tienen la promesa: "¡Feliz el hombre que soporta la prueba! Superada la prueba, recibirá la corona de la vida que ha prometido el Señor a los que aman".

"Estad en vela, pues, orando en todo tiempo, para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir". Esta oración "en todo tiempo" debe dirigirse en forma especial a María Santísima. Un verdadero siervo de María no perecerá en las tentaciones. "Con su amor materno cuida a los hermanos de su Hijo, que peregrinan y se debaten entre peligros y angustias y luchan contra el pecado hasta que sean llevados a la patria feliz".

Tentaciones que amenazan a los jóvenes. 

Ser verdaderamente libres no significa de modo alguno hacer todo aquello que me gusta o tengo ganas de hacer. La libertad contiene en sí el criterio de la verdad, la disciplina de la verdad. Ser verdaderamente libres significa usar la propia libertad para lo que es un bien verdadero. Continuando, pues, hay que decir que ser verdaderamente libres significa ser hombres de conciencia recta, ser responsable, ser un hombre "para los demás"...

...Quiero aludir a la tentación del criticismo exasperado que pretende discutir y revisar todo; o del escepticismo respecto de los valores tradicionales de donde fácil mente se puede desembocar en una especie de cinismo desaprensivo cuando se trata de afrontar los problemas del trabajo, de la carrera o del mismo matrimonio. Y ¿cómo callar ante la tentación que representa el difundirse -sobre todo en los países más prósperos- de un mercado de la diversión que aparta de un compromiso serio en la vida y educa a la pasividad, al egoísmo y al aislamiento? Os amenaza. amadísimos jóvenes, el mal uso de las técnicas publicitarias. que estimula la inclinación natural a eludir el esfuerzo, prometiendo la satisfacción inmediata de todo deseo. mientras que el consumismo, unido a ellas, sugiere que el hombre busque realizar a sí mismo sobre todo en el disfrute de los bienes materiales.

Algunos de vosotros podéis sentiros tentados a huir de vuestra responsabilidad; en lo:;' ilusorios mundos del alcohol y de la droga en efímeras relaciones sexuales sin compromiso matrimonial o familiar, en la indiferencia, el cinismo y hasta la violencia. Estad alerta contra el fraude de un mundo que quiere explotar o dirigir mal vuestra energía y ansiosa búsqueda de felicidad y orientación.


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