EL PROFETA ISAÍAS
fue uno de
los profetas de Israel del siglo VIII a. C.,
que profetizó durante la crisis causada por la expansión del Imperio
asirio. Escribió por lo menos la primera parte del libro de la Biblia que lleva su nombre. Nació
probablemente en Jerusalén 770-760 a. C.
y estaba emparentado con la familia real parece que fue primo de Ozías según la tradición talmúdica. Por
sus propias declaraciones se sabe que estuvo casado con una profetisa y tuvo
dos hijos.
Hijo de Amos, se le considera
uno de los profetas mayores lo cual depende exclusivamente de lo extenso del
libro escrito. Se estima que el ministerio profético de Isaías llegó a durar
cerca de medio siglo, desde el año que terminaba Azarías,
rey de Judá, posiblemente hasta los tiempos de Manasés.
Según los apócrifos Vida
de los Profetas 1:1 y Ascensión
de Isaías 5:11-14, murió
aserrado durante la persecución provocada por el rey Manasés,
a lo cual parece referirse Hebreos 11,37
Isaías fue un firme opositor a
la política de alianza de los reyes de Judá con los imperios y llamó a confiar en
la alianza con Yahveh. En
particular se opuso al protectorado de Asiria que el rey Acaz propició para enfrentarse a los reyes
de Damasco e Israel norte. El rey Ezequías quiso contrarrestar la hegemonía
asiria, aliándose con Egipto a lo que también se opuso Isaías, pero
cuando las tropas asirias de Senaquerib sitiaron Jerusalén,
Isaías apoyó la resistencia y anunció la ayuda de Yahveh y la ciudad se salvó.
Su obra muestra que era un gran
poeta, con estilo brillante, precisión, composición armoniosa e imágenes
novedosas. Los críticos coinciden en que es el autor de los capítulos 1 a 12,
15 a 24 y 33 a 35 del Libro de
Isaías, en tanto que se discute sobre la autoría del resto del
libro. Los capítulos 36 a 39 están escritos en tercera persona y posiblemente
fueron escritos por sus discípulos.
La segunda parte del Libro de
Isaías, capítulos 44 a 55, conocida como Libro de la Consolación de Israel, es
muy diferente a la primera y no nombra en ninguna parte a Isaías. El escenario
de estos capítulos finales supone que Jerusalén ha sido asolada, el pueblo está
cautivo en Babilonia y está actuando Ciro,
el Rey persa, cuya
gesta causará la liberación de los cautivos. El estilo es más oratorio y
repetitivo que la primera parte. El contenido registra una mayor elaboración
teológica. Es entonces probable que estos capítulos finales sean obra de un
autor anónimo al final del Destierro, después del 560 a. C..
Como dato curioso, en el rollo de
Isaías encontrado entre los Manuscritos del Mar Muerto, las dos partes
están cosidas y evidencian así una separación previa.
Los exégetas y estudiosos
recalcan sin embargo, que las dos partes del libro de Isaías están unidas por
su visión mesiánica:
En los capítulos 6 a 12 se anuncia el
nacimiento del Emanuel: Isaías 7:14 Dios con nosotros.
En la segunda parte se presentan los Cánticos
del Siervo de Jhvh, seguidor perfecto de Dios que con plena fe sufre
para expiar los pecados de su pueblo y es glorificado.
Estudiosos han hecho notar el
uso repetido de derivados de en ambas partes del libro de Isaías,
es una alusión mesiánica: natser, transcrita Nazer,
traducida como "retoño", "vástago", "rama" o
"renuevo"; y en otros contextos como vigilar, guardar, observar,
defender, rodear, preservar del peligro o esconder y refugiar.
Consideran que a ello se
refiere Mateo 2 23 cuando dice que habitó
en la ciudad que se llama Nazaret, y así se cumplió lo que fue dicho por los
profetas, que había de ser llamado Nazareno.
El cristianismo estima que el Libro de Isaías anunció
el nacimiento, sacrificio y gloria de Jesús y además, el alcance universal de la
salvación por lo que se considera en algunas ocasiones como el "Príncipe de los Profetas".
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