Se acercaron a Jesús los
discípulos de Juan Bautista y le dijeron: «¿Por qué nosotros y los fariseos
ayunamos mucho mientras que tus discípulos no ayunan?»
Jesús les respondió: «¿Acaso
los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos?
Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán»
Palabra del
Señor
¿Qué me quieres decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en
mi vida?
Los
discípulos de Jesús no hacemos las cosas por no llamar la atención o seguir la
corriente a los demás; ni tampoco para llevar la contraria a los que no
comparten nuestras convicciones. Hacemos las cosas para seguir a Jesús, para
vivir como Él y estar en comunión con Él.
El
ayuno no es lo más importante, no tiene valor en sí mismo; nos sirve si es para
nosotros un medio para estar con Jesús; nos aparta de Dios si lo absolutizamos
y hacemos del privarnos de cosas algo más importante que el llenarnos de Dios.
Esta
es la llamada que nos hace la Palabra para dar sentido a nuestra “abstinencia”
en este primer viernes de Cuaresma.
Señor Jesús, enséñanos el sentido del ayuno.
Concédenos sentir la necesidad de purificación
interior; para desintoxicarnos de la contaminación del pecado y del mal; para
templar nuestro espíritu en las saludables renuncias, que nos libran de la
esclavitud del egoísmo y los caprichos,
que nos ayudan a dominarnos y conducirnos a nosotros mismos.
que nos ayudan a dominarnos y conducirnos a nosotros mismos.
Que sepamos ayunar de todo lo que nos separe de Ti,
aunque sea bueno,
de todo lo que nos encierra en nosotros mismos y no nos deja mirar y amar a los hermanos.
Que nuestro ayuno de alimento y de cosas nos impulse a comer el “alimento verdadero”, que es hacer la voluntad del Padre; nos anime a fortalecer la amistad contigo y a alimentarnos de tu Palabra, de tu amor.
de todo lo que nos encierra en nosotros mismos y no nos deja mirar y amar a los hermanos.
Que nuestro ayuno de alimento y de cosas nos impulse a comer el “alimento verdadero”, que es hacer la voluntad del Padre; nos anime a fortalecer la amistad contigo y a alimentarnos de tu Palabra, de tu amor.
Que el ayuno nos ayude a vivir no para nosotros
mismos, a vivir para Ti, Señor, que nos amaste hasta la entrega, y a vivir,
también, para los hermanos.
Que nuestro ayuno cuaresmal sirva para compartir el
hambre de los que no tienen pan y amistad; para sentir en nuestras carnes la
angustia de los que no pueden alimentar a los suyos; para compartir con ellos
lo nuestro con más amor y más generosidad.
Amén
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