Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos:
Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y
cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no
hacen lo que dicen. Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen
sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni
siquiera con el dedo.
Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los
flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y
los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse
llamar "mi maestro" por la gente.
En cuanto a ustedes, no se hagan llamar "maestro", porque no
tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo
llamen "padre", porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se
dejen llamar tampoco "doctores", porque sólo tienen un Doctor, que es
el Mesías.
El mayor entre ustedes será el que los sirve, porque el que se eleva
será humillado, y el que se humilla será elevado.
Palabra
del Señor
¿Qué
me quieres decir, Señor?
¿Cómo
puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Haced y cumplid lo que os digan, pero no
hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Dicen cosas
buenas, aunque sean unos hipócritas. Hasta los más pecadores pueden enseñarnos
algo... Si nos viene cuesta arriba aprender de las personas coherentes, cuanto
más es tomar lecciones de los que nos parecen “mala gente”. ¿Cómo lo vives?
¿Qué le dices a Dios?
Jesús es la Verdad y dice la verdad, escueza a
quien escueza. No calla cuando prevé represalias.
“Señor, perdona nuestra falta de verdad”
“Cura el miedo que nos aparta de la verdad”
No os dejéis llamar maestro, es decir, no os
pongáis por encima de los demás. No llaméis a nadie padre en la tierra, es
decir, tampoco os pongáis por debajo. No somos señores ni esclavos de ninguna
persona. Somos hermanos. ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
¡Qué tiempos estos
que nos toca vivir, en la calle y en la iglesia, tan convulsos y ambiguos que, para afrontarlos, necesitan tu palabra evangélica!
En ellos, hay cosas
que brillan y brillan tanto que nos deslumbran antes de conocerlas; y las hay
también que nos seducen al primer golpe, o al cabo de un rato, o al caer de la
tarde, o en plena noche, porque tienen tantas caras y brillos como oscuridades; y también las hay que juegan a camuflarse y engañan a los caminantes
perdiéndolos entre debates, dogmas y yermas verdades.
Aunque más duro y
triste es encontrarse con personas de cultura y fe reconocida y solvente, que,
humildemente y en tu nombre, se proclaman servidores mas se creen jefes y
señores sin descubrir sus contradicciones.
Se arrogan tu
representatividad, hacen sufrir a sus semejantes y traicionan a tantos y tantos
creyentes...
Pero Tú nos dijiste
para momentos así: "Tened cuidado, no os dejéis engañar; y aunque
desplieguen gran parafernalia, no los sigáis... ni a orar ni a tomar cañas.
Permaneced firmes
en mi palabra y tendréis vida en abundancia".
El que se humilla, será enaltecido… Jesús es
el humillado enaltecido. Y nosotros, ¿nos humillamos con él y como él? Tú, Jesús humilde, nunca me has dicho:
Humíllate ante mí, dobla la cabeza, el corazón, la vida, y esparce sobre tu
rostro luto y ceniza.
Tú me propones:
Levanta la mirada, y acoge la dignidad de hijo en toda tu estatura.
Humíllate conmigo y
vive en plenitud.
Bajemos juntos a la
hondura sin sol de todos los abismos, para transformar los fantasmas en presencia
y los espantos en apuesta.
Únete a mi descenso
en el vértigo y el gozo de perdernos juntos en el porvenir de todos sin ser un
orgulloso inversor de éxitos seguros.
Amén
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