Jesús fue a la región de Judea y al otro lado del
Jordán. Se reunió nuevamente la multitud alrededor de Él y, como de costumbre,
les estuvo enseñando una vez más.
Se acercaron a Jesús algunos fariseos y, para
ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: «¿Es lícito al hombre
divorciarse de su mujer?»
Él les respondió: «¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?» Ellos
dijeron: «Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de
ella».
Entonces Jesús les respondió: «Si Moisés les dio esta prescripción fue
debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio de la
creación, "Dios los hizo varón y mujer". "Por eso, el hombre
dejará a su padre y a su madre, y los dos no serán sino una sola carne".
De manera que ya no son dos, "sino una sola carne". Que el hombre no
separe lo que Dios ha unido».
Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar
sobre esto.
Él les dijo: «El que se divorcia de su mujer y se casa con otra comete
adulterio contra aquélla; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con
otro, también comete adulterio».
Palabra del Señor
¿Qué
me quieres decir, Señor?
¿Cómo
puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
En la tierra y el tiempo de Jesús, el esposo
podía echar de casa a su mujer, en cualquier momento, abandonándolas a su
suerte. Este derecho se basaba, según la tradición judía, nada menos que en la
Ley de Dios. Algunos defendían que sólo se podía repudiar a la mujer en caso de
adulterio; otros defendían que bastaba que la mujer hiciera cualquier cosa
«desagradable» a los ojos de su marido.
En algún momento, está discusión llegó hasta Jesús:
¿Puede el hombre repudiar a su esposa? Su respuesta desconcertó a todos. Las
mujeres no se lo podían creer. Por fin alguien las trataba conforme a su
dignidad. Según Jesús, si el repudio está en la Ley, es por la dureza de
corazón de los varones. Dios creó al varón y a la mujer para que fueran «una
sola carne». Los dos están llamados a compartir su amor, su intimidad y su vida
entera, con igual dignidad y en comunión total. De ahí el grito de Jesús: «lo
que ha unido Dios, que no lo separe el varón.
En nuestra sociedad del siglo XXI, las palabras de Jesús siguen sorprendiendo, no por afirmar la igual dignidad del varón y la mujer, que al menos teóricamente ya tenemos asumida. Ahora estas palabras son escandalosas por afirmar que el matrimonio no se puede romper. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
Las palabras de Jesús son claras respecto al matrimonio. La doctrina de la Iglesia respecto a este sacramento no es un invento, como a veces los mismos cristianos podemos pensar. Y las palabras de Jesús son siempre camino de felicidad y de vida.
En nuestra sociedad del siglo XXI, las palabras de Jesús siguen sorprendiendo, no por afirmar la igual dignidad del varón y la mujer, que al menos teóricamente ya tenemos asumida. Ahora estas palabras son escandalosas por afirmar que el matrimonio no se puede romper. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
Las palabras de Jesús son claras respecto al matrimonio. La doctrina de la Iglesia respecto a este sacramento no es un invento, como a veces los mismos cristianos podemos pensar. Y las palabras de Jesús son siempre camino de felicidad y de vida.
Damos gracias a Dios por la luz de su Palabra.
Damos gracias a Dios por los matrimonios que trabajan,
se esfuerzan y piden a Dios fuerza para vivir unidos como Dios quiere.
Pedimos por aquellas familias que sufren situaciones
difíciles y se tambalean.
Dios y Padre santo, autor del universo, que creaste al hombre y a la mujer a tu imagen, Tú bendices y multiplicas el amor de nuestras familias.
Dios y Padre santo, autor del universo, que creaste al hombre y a la mujer a tu imagen, Tú bendices y multiplicas el amor de nuestras familias.
Te
pedimos humildemente por todas las familias, especialmente por las que sufren.
Descienda, Señor, sobre ellas tu bendición y la fuerza de tu Espíritu.
Que en
la alegría te alabemos, Señor, y en la tristeza te busquemos; en el trabajo
encontremos el gozo de tu ayuda y en la necesidad sintamos cercano tu consuelo.
Que tu Espíritu de Amor, Señor, transforme nuestra vida y nuestras familias den buen testimonio de esperanza, fe y solidaridad con los pobres.
Que tu Espíritu de Amor, Señor, transforme nuestra vida y nuestras familias den buen testimonio de esperanza, fe y solidaridad con los pobres.
Amén
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