Refiriéndose
a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, Jesús dijo esta
parábola:
Dos hombres subieron al Templo para orar; uno era fariseo y el otro,
publicano. El fariseo, de pie, oraba así: «Dios mío, te doy gracias porque no
soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco
como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas
mis entradas».
En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba
siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo:
«¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador! »
Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el
primero. Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será
elevado.
Palabra del Señor
¿Qué me quieres
decir, Señor?
¿Cómo puedo hacer
realidad este evangelio en mi vida?
Pueden ayudar estas
ideas:
En
Cuaresma no sólo estamos llamados a rezar más, estamos llamados a rezar mejor.
A veces no rezamos bien, rezamos subidos en la prepotencia, en el orgullo, en
la autosuficiencia, en el desprecio a los demás.
Al leer
este Evangelio, podemos caer en la tentación de creer que nosotros no rezamos
así. No vayamos tan deprisa. Rezamos como vivimos, y ¿quién está libre del
orgullo?
La
sencilla oración del publicano nos ayuda a vivir y a rezar bajando a la verdad,
a la humildad, a la pobreza y a la sencillez.
¿Qué te
dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor,
delante de ti yo quiero ser sólo un pobre, quiero despojarme, Señor, de mis
pretensiones y vanidades; también, Señor, quiero traspasar mi propia culpa y
entrar a tu casa desnudo, meterme en tu corazón como un niño.
Quiero
mirarte a los ojos suplicándote confiadamente. Quiero, Señor, y deseo apoyarme
sólo en tu amor, descansar en tu amor y llenarme de la alegría de haber hallado
tu amor. Tu amor es la casa que me tienes preparada; he sentido tu invitación y
entro en ella sin que me avergüence mi pecado; sólo deseo habitar en tu casa
todos los días de mi vida.
Tú
nunca me vas a echar, sólo me pides que crea en tu amor, que me atreva a vivir
en tu amor, Que nunca me falten la humildad y la confianza de los niños; para que el
orgullo y los desengaños nunca me separen de ti y pueda amarte con todo el
corazón y compartir tu amor con los más pequeños.
Amén
No hay comentarios:
Publicar un comentario