Los que se
acercan al sacramento de la penitencia obtienen de la misericordia de Dios el
perdón de los pecados cometidos en contra de Él y al mismo tiempo se reconcilian
con la iglesia, a la que ofendieron con sus pecados. Ella les mueve a la
conversión con su amor, su ejemplo y sus oraciones.
Se le
denomina sacramento de conversión porque realiza sacramentalmente la llamada de
Jesús a la conversión. La vuelta al Padre del que el hombre se había alejado
del pecado.
Se le
denomina sacramento de la penitencia porque consagra en proceso personal y
eclesial de la conversión, de arrepentimiento y de reparación por parte del
cristiano pecador.
Es llamado
sacramento de la confesión porque la declaración o manifestación, la confesión
de los pecados ante el sacerdote, es un elemento esencial de este sacramento.
En un sentido profundo este sacramento también es una confesión, reconocimiento
y alabanza de la santidad de Dios y de su misericordia para con el hombre
pecador.
Se le llama
sacramento del perdón, porque por la absolución sacramental del sacerdote, Dios
concede al penitente el perdón y la paz.
Se le
denomina sacramento de reconciliación porque otorga al pecador el amor de Dios
que reconcilia. El que vive el amor misericordioso de Dios está pronto a responder
a la llamada del señor: “Ve primero a reconciliarte con tu hermano”
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