Dios había otorgado liberalmente al hombre el don sobrenatural de la gracia santificante, adornado de la inmortalidad y de la sabiduría, creado libre de dolor y de concupisciencia, llamado a una herencia soberana. Pero Adán se rebela contra el Señor en el paraiso, al quebrantar el mandato divino.
Toda aquella maravilla creada por Dios en el hombre ha quedado destruida. Y como Adán es el progenitor de la humanidad, todos traemos de nuestro padre la misma enfermedad: el pecado original.
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